Veréis, creo que algunas personas, más que buscar desentrañar las profundas enseñanzas que se puedan esconder en muchos de estos textos, buscan en ellos un asidero conveniente para afianzar aquellas ideas que puedan resultarles cómodas o convenientes.
Esto conduce irremediablemente a que
estos textos se conviertan en una excusa para el propio inmovilismo más que en
un aliciente para la búsqueda de la propia evolución.
Estimo yo que debiéramos ser humildes y
pensar que nuestra interpretación sobre un texto, que por otra parte no deja de
ser la interpretación de otra persona sobre lo que algún maestro hizo o dijo,
no es exactamente palabra de Dios. Es eso, una interpretación que parte de
inicio de nuestra más profunda ignorancia unida a la ignorancia de algunos otros
seres humanos. Debiéramos pues plantearnos poner en duda constantemente nuestra
visión sobre ellos, sin confundir este ejercicio de autocrítica con la puesta
en entredicho de la divinidad misma.
Quizás lo que tenemos que discutir y
poner en entredicho continuamente es nuestra limitada capacidad de
entendimiento y no pensar que aquello que interpretamos en su momento
constituye una verdad absoluta.
Entretanto solo podemos intentar que nuestros juicios sean escasos
y cuando debamos emitirlos, lo hagamos desde el corazón.
¿No era exactamente eso lo que pretendía
decir Jesús en el siguiente pasaje?
“...Y
si para no violar la ley de Moisés un hombre recibe la circuncisión en el día
de reposo, ¿por qué estáis
enojados conmigo porque sané por completo a un hombre en el día de reposo? No juzguéis por la apariencia, sino juzgad con juicio justo.”
Yo entiendo aquí que Jesús invitaba a que las “leyes” pasaran por
el filtro de nuestro corazón. Y como quiera que nuestro corazón dista mucho de
ser perfecto ni de estar libre de ego, a cada paso que damos en nuestro camino
de evolución, cada vez que dejamos atrás una atadura del ego, debiéramos
plantearnos por completo nuestra interpretación de cada una de las líneas que
componen dichas escrituras, sin confundir esto con poner en duda la línea
misma.
Traigo a colación esto porque, salvando las distancias, cuando he
intentado compartir opiniones y diferencias de interpretación sobre alguno de
estos textos, me he encontrado con una barrera infranqueable, donde la duda sobre
la interpretación era entendida como duda sobre la veracidad del texto y donde
los argumentos usados para ejemplificar la posibilidad de ese error de
interpretación, eran entendidos como una falta de respeto hacia mi
interlocutor.
Como digo, salvando las distancia, que no es mi intención hacer
ningún símil entre ambas situaciones, sme vino a la cabeza la cruzada que
está llevando a cabo en los colegios franceses con población
musulmana, Latifa, la madre de Imad, primera
víctima de Mohamed Merah.
Esta mujer está usando su tiempo y
su esfuerzo a intentar explicar a los niños musulmanes de esos colegios, que lo
que escuchan de la yihad no son verdades inamovibles, sino interpretaciones
sesgadas de textos que han pasado por un filtro mental enfermo. Que posiblemente
estas personas encontrarían justificación para sus actos en cualquier texto,
novela o poema, pues nadie puede entender más allá de lo que ya forma parte de
su propia realidad interior.
Me gustaría poner un ejemplo de este
juzgar con juicio justo al que me refiero y para ello voy a tomar una sentencia
que ningún creyente de ninguna religión pondría en duda.
DIOS ES JUSTO Y MISERICORDIOSOEsta, convendréis conmigo, es una afirmación compartida por Judíos, Cristianos y Musulmanes.
Yo usaré las enseñanzas de Jesús para
analizarla, porque es ahí donde encuentro mi camino de crecimiento, lo que no
significa que otros no puedan hallar argumentos de reflexión en otras
enseñanzas o textos.
¿Hace referencia esta sentencia a una
realidad, o se trata de una adaptación de la deidad a nuestros propios
intereses, a fin de que podamos comprenderla y
que nos resulte cómoda y tranquilizadora?
Dejadme que lo explique con la
siguiente reflexión.
Hemos creado un Dios a nuestra imagen y semejanza
y lo juzgamos como juzgaríamos nuestro entorno o a nosotros mismos, pero si lo
pensáis un poco comprenderéis que si perdonas a alguien inocente no eres
misericordioso, eres justo, pero si perdonas a un culpable eres misericordioso
pero no justo. ¿No lo veis? Cuando creemos en un Dios justo y misericordioso
realmente queremos decir que queremos que Dios sea justo con quienes cometieron
faltas con nosotros, pero misericordioso con las faltas que cometimos nosotros.
No podemos entender a Dios porque lo vemos desde nuestra pequeña realidad
separada. Yo creo que Dios es solo misericordia, solo conciencia amorosa.
Usando los textos evangélicos, os invito a reflexionar sobre que
quien dice a Pedro: «Envaina la espada, pues quien a hierro mata a hierro
muere», fue el mismo que dijo que no venía a juzgar y que no juzgásemos si no
queríamos ser juzgado. Así que no debía referirse a la misma justicia a la que
solemos referirnos nosotros.
Hay un par de ejemplos en los evangelios que ilustran bien lo que
digo, como la parábola del hijo pródigo y la de los viñadores.
La parábola de hijo pródigo es bien conocida por todos, así que
no me extenderé explicándola. La de los viñadores ha sido menos usada, así que
hago una somera descripción.
Se trata de un viñador que sale a buscar trabajadores para su
viña. Contrató una serie de obreros y acordó con ellos el precio de una moneda
por el día de trabajo. Pero durante el día, a distintas horas, fue contratando
otros obreros. Al final de la jornada comenzó a pagar el salario, comenzando
por los últimos contratados, a los que les pagó el salario de un día completo.
Por eso cuando llegaron los que fueron contratados primero, estos esperaban
recibir más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día.
Comenzaron a murmurar contra el propietario, a lo que este les dijo: no estoy
cometiendo ninguna injusticia con vosotros. ¿No aceptasteis trabajar por esa
paga?, si quiero dar al último lo mismo que a vosotros, ¿habéis de ver con
malos ojos que yo sea generoso?».
Ilustrativo ¿no?
Creo que lo que Jesús quería decir es que la condición para entrar en el reino no era el resultado de ningún juicio, sino de la libre voluntad del interesado para hacerlo. Creo también que, a través de distintas experiencias vitales, aprendemos sobre otras tantas situaciones personales. Así que creo que la justicia consiste en que el asesino debe experimentar los sentimientos de la víctima y el opresor los del oprimido, de ahí la recomendación "no juzguéis para no ser juzgados". No creo que se refiera al juicio divino sino a la necesidad de experimentar en esta u otra vida las circunstancias y sentimientos que hoy haces vivir a otros. No deberíamos entonces preocuparnos demasiado por la justicia ajena, pues al final todo el mundo terminará entendiendo que lo que golpea a uno hiere a todos.
Sirva pues la presente reflexión como apoyo a la
valiente Latifa en su titánica cruzada.
Buena frase para concluir, estoy de acuerdo en lo que dices respecto al todo, somos un todo y cuando comencemos a entenderlo y actuar en consecuencia el mundo cambiará; aunque se ven cambios importantes desde ya, como el que protagoniza Latifa.
ResponderEliminarGracias amigo/a por tu comentario. Sí, yo también creo que en medio de tanto drama y fealdad, comienzan a detectarse cambios importantes. De verdad espero y deseo que se multiplique de forma exponencial y en poco tiempo todo esto que estamos viviendo no sea más que un mal recuerdo.
Eliminar