¿Habéis estado alguna vez en un sitio al que ya fuisteis hace años y os
habéis preguntado, pero eso estaba ahí antes?, ¿Os ha pasado algo parecido
releyendo un libro o volviendo a ver una película?
¿Os habéis preguntado alguna vez porqué ocurre esto?. ¿Por qué razón no
pudisteis ver entonces lo que estáis
viendo ahora?
La respuesta está en nuestro cerebro. Pensamos que a través de nuestra
vista, oído, tacto, olfato y gusto, nuestro cerebro nos está ofreciendo una
imagen fidedigna de la realidad.
Pero el cerebro no está diseñado para mostrarnos la realidad sino para
sobrevivir, así que solo nos mostrará aquello que nos sea cómodo, conocido o
útil y sobre todo evitará mostrarnos aquello que pueda tambalear nuestro
sistema de creencias.
Así que para ver cosas nuevas, primero tendremos abrir nuestra mente a
nuevas posibilidades.
“NO SE TRATA DE VER PARA CREER SINO DE CREER PARA VER”
Ignorar esta circunstancia además, puede acarrearnos importantes
conflictos con las personas con las que convivimos. En demasiadas ocasiones, ante alguna discrepancia
con alguien sobre nuestra forma de ver la realidad, nos preguntaremos con
frecuencia, y en ocasiones con un importante grado de ansiedad, ¿pero como es
posible que no lo esté viendo?
Leeremos textos que nos lleguen profundamente y que nos aporten una
gran claridad en nuestra manera de ver el mundo e intentaremos compartirlo con
nuestros seres queridos para comprobar que a ellos no les dice nada de nada.
Llegados a este punto, deberíamos hacer una reflexión sobre como puede funcionar esa evolución, a la hora de que nuestro cerebro no restrinja la
realidad que nos muestra, en esa búsqueda de aquello a lo que llamamos VERDAD.
Leemos textos que aparecen ante nosotros y nos entusiasmamos con ellos,
luego poco a poco nos vamos dando cuenta de que en cada uno de esos textos hay
cosas que nos resuenan "que nos cuadran" y otras que no, y volveremos a
sentirnos solos y perdidos. Nos desilusionaremos
porque ese "algo" dentro de nosotros que nos dice que hay cosas que
no nos cuadran es muy fuerte y nos preguntaremos a veces con cansancio y otras con
rabia ¿dónde diantres está la verdad?
Pero está bien leer todo lo que
aparezca ante nosotros, si nos ha llegado hay un motivo para ello.
Sin embargo no intentes encontrar la verdad en ningún sitio. No puedes.
La verdad es un camino que se recorre en solitario. Los textos, al igual que
las manchas que te muestran los psicólogos, solo pueden ayudarte a sacar la
verdad del único sitio donde se encuentra, en algún lugar en lo más profundo de
tu ser.
Del mismo modo tu verdad solo
puede ayudar a alguien a encontrar la suya, pero no será la verdad de nadie
más.
Buscamos una única verdad que sea válida para todo el mundo, pero
lo más probable es que eso no sea posible. Es más factible que seamos una porción de Dios evolucionando a través de la
experimentación de distintas fases de la realidad material, porque esto es más compatible con la observación de todo lo que es en la naturaleza. Si Dios
evolucionara en un solo sentido, necesitaría solo una consciencia para hacerlo.
Pero es mucho más probable que Dios evolucione en todos los sentidos y en todas
las direcciones que es de la forma en la que se expande el universo “observa
una parte y entenderás el todo”.
Además, si todo estuviese ya descubierto, ¿cuál sería nuestra función
en este mundo? Seríamos meros espectadores, y todo parece indicar que somos
cocreadores de nuestra realidad.
Por aportar algún ejemplo que pueda resultar clarificador: Si cada
físico se limitara a aprender lo que ya hay descubierto y escrito en su campo
de conocimiento, la física no evolucionaría. La física y como ella cualquier
materia, evoluciona porque alguien, después de haber bebido de los
conocimientos de otros, va un paso más allá y se adentra en el terreno de lo
inexplorado para descubrir algo nuevo.
Podremos por tanto ayudarnos de muchas cosas, de la experiencia de otros,
de textos escritos, de la observación de la naturaleza o de cualquier sistema de creencias.
Pero no sería sensato hipotecar nuestras
esperanzas al hecho de poder encontrar la verdad en ninguno de estos lugares.
No puedes decir, ¡mira, he ahí la verdad! o ¡mírala en aquél otro lugar!, pues la verdad no puede ofrecértela nadie. La verdad hemos de encontrarla adentrándonos un paso más allá en el terreno inexplorado de nuestra propia consciencia, es ahí donde están todas las respuestas, e irán apareciendo cuando estemos preparados para comprenderla.
No puedes decir, ¡mira, he ahí la verdad! o ¡mírala en aquél otro lugar!, pues la verdad no puede ofrecértela nadie. La verdad hemos de encontrarla adentrándonos un paso más allá en el terreno inexplorado de nuestra propia consciencia, es ahí donde están todas las respuestas, e irán apareciendo cuando estemos preparados para comprenderla.
Al final supongo que terminamos descubriendo que no es importante
convencer a nadie de nuestra propia verdad, por muy clara que la podamos tener,
pues cada uno tiene su camino, su verdad y su ritmo.
Veremos que gente que creíamos que iban a nuestro ritmo
han decidido quedarse en alguna estación de paso. Alguno de nuestros compañeros de
viaje se quedó enganchado con una película que les gustó, tú sabrás que esa no
es la respuesta e intentarás tirar de él o ella, pero no te escuchará y te sentirás triste y frustrado.
Deberemos entender entonces que ese era su camino, que nuestras sendas se unieron
durante un tiempo, pero que ahora podemos compartir el salón pero lo haremos
viendo películas distintas, porque en este salón no hay una pantalla común,
cada cual tiene la suya.
Y lo más importante, y esa si que podría considerarse una verdad sin
paliativos, entre otras cosas porque es a la que han llegado todos los sabios o
seres evolucionados de todo el mundo y en todo tiempo. Descubriremos que todo
está bien, que no hay nada que no esté en el lugar que debe estar, ni cosa que
no tenga su función en el universo y en nuestro camino. Que en realidad no hay
motivo alguno para temer nada ni a nadie en este mundo, y eso ,que es en
realidad la GRAN VERDAD,
te liberará y será entonces cuando encontremos la paz y la felicidad, que en
realidad son una misma cosa.
·
"No temáis, solo buscad la verdad y la verdad os hará libres"
Tal vez, siguiendo el hilo argumental de la última entrada, podamos
cambiar nuestra realidad con nuestras creencias, deseos y voluntad.
Tal vez podamos saltar de
universo en universo para vivir una realidad más acorde a nuestros deseos.
Pero también, tal vez, esa solo sea una forma de retrasar nuestra
evolución.
Quizás ese sea el motivo por el que Jesús proclamaba constantemente
“hágase tu voluntad”, y la razón por la que las filosofías orientales como el
budismo, el tao o el zen basan, en buena medida, sus enseñanzas en prescindir de
los deseos.
Quizás sea la única forma de no ir saltando de curso en curso y
concluir aquel que hemos empezado.