¿Por qué este título?
Bueno, porque a pesar de que el tema ha
sido utilizado con frecuencia en ambientes y con fines indudablemente frívolos,
esa circunstancia no me parece suficiente motivo como para desechar por completo
todo lo referente a lo que yo creo que sigue siendo un misterio digno de
reflexión.
Al menos, no antes de que me haya
planteado unas cuantas preguntas al respecto.
Incluso, no debiéramos desechar, a
priori, la posibilidad de que esta frivolidad haya sido utilizada, en
ocasiones, convenientemente a fin de alejar a las personas “serias” de la
tentación de iniciar un análisis más serio y profundo sobre sus verdaderos
fundamentos.
Pero como a mí sí que me parece que el
tema merece alguna reflexión más profunda, hoy he decidido adentrarme en los
oscuros senderos de la adivinación.
Tengo que decir, que según lo que yo he
podido observar, indagar e incluso experimentar, en honor a la verdad, no
podría decir que todo es verdad, pero tampoco podría decir que todo es mentira.
Y no pudiendo decir que todo es
mentira, la situación me plantea algunos importantes interrogantes: ¿Qué parte
de verdad hay entonces en ello?, ¿cómo puede explicarse esa parte de verdad?.
Bueno, yo no dispongo ni de medios ni
de conocimientos como para estructurar certezas basadas en experimentaciones
científicas, así que me limitaré a plantear algunos interrogantes y algunas
posibilidades que, al menos para mí, resultan de interés.
Empezaré entonces con una declaración
de principios que ya he expuesto con anterioridad en este mismo blog.
Ya he manifestado y reitero ahora, que
creo firmemente que si algo forma parte de la realidad, ha de estar
relacionado de algún modo con el resto
de elementos que componen esa misma realidad.
Así que si hay algo de verdad en esta vertiente de la
experiencia humana, bajo mi punto de vista, indudablemente debe estar
relacionada con otras vertientes de nuestra realidad, y me refiero sobre todo a
aquella parte de la realidad más encuadradas en el ámbito científico.
Para analizar, entonces, lo que de
verdad pueda existir en el tema de la adivinación, comenzaré planteando una
interrogante de principio.
Si tenemos en cuenta que según las
consecuencias que podemos deducir de la ley de la relatividad, pasado, presente
y futuro coexisten de algún modo en este universo espacio-temporal, no
deberíamos desechar a priori la posibilidad de acceder a ellos de alguna forma.
Cierto es que por el momento, los
viajes en el tiempo, son una imposibilidad física, relegada solo a las novelas
de ciencia ficción, pero ¿puede la energía, realizar ese viaje, imposible para
la materia?
Si la respuesta a esta pregunta es afirmativa,
tal vez deberíamos plantearnos si nuestra consciencia forma un todo con la
materia que la porta, o si por el contrario es independiente de esta y existe
la posibilidad de que actúe por su cuenta y en solitario en determinadas
circunstancias.
Existen experiencias de tipo
extracorpóreas, que pueden decantar la balanza hacia la segunda posibilidad.
Hay que decir
también, que es sabido que hace ya tiempo, en círculos científicos, se viene
investigando sobre el origen de ese tipo de experiencias, a las que se puede
llegar a través de experiencias místicas, meditativas, provocando estados
alterados de conciencia con músicas o drogas, o con las conocidas experiencias
cercanas a la muerte (paros cerebrales).
Tras observar una batería importante de casos, y analizando que en todos ellos se producía una variación en la actividad de determinada zona en el lóbulo temporal derecho de cerebro, llegaron a la conclusión, de que esta zona es la responsable de la liberación de cierta sustancia que provoca en el individuo una serie de alucinaciones mentales y sensoriales que pueden traducirse como experiencias místicas.
Tal vez esa sea una explicación más o menos válida, sin embargo en esta teoría fallan muchos detalles. Por ejemplo casos donde los pacientes en muerte clínica y en la mesa de operaciones ha sido capaces de relatar con todo lujo de detalle, escenas que en esos momentos se estaban desarrollando en otras estancias del hospital. O casos en los que los pacientes relatan imágenes de su propia situación y la de los médicos en el momento en que intentaban reanimarlo, vividas como un espectador que observa la escena desde fuera.
Tras observar una batería importante de casos, y analizando que en todos ellos se producía una variación en la actividad de determinada zona en el lóbulo temporal derecho de cerebro, llegaron a la conclusión, de que esta zona es la responsable de la liberación de cierta sustancia que provoca en el individuo una serie de alucinaciones mentales y sensoriales que pueden traducirse como experiencias místicas.
Tal vez esa sea una explicación más o menos válida, sin embargo en esta teoría fallan muchos detalles. Por ejemplo casos donde los pacientes en muerte clínica y en la mesa de operaciones ha sido capaces de relatar con todo lujo de detalle, escenas que en esos momentos se estaban desarrollando en otras estancias del hospital. O casos en los que los pacientes relatan imágenes de su propia situación y la de los médicos en el momento en que intentaban reanimarlo, vividas como un espectador que observa la escena desde fuera.
Sé que muchos de
estos testimonios se han intentado desacreditar con explicaciones más o menos
acertadas, sin embargo creo que los testimonios son tantos y la solvencia de
quienes la recogen tan importante, que no es de recibo despacharlas todas como
simple superchería.
Y no pudiendo
despacharlas todas, tenemos que reconocer que aunque solo quedasen en pie un 3
por ciento de los casos, sería un número más que suficiente como para que
decidiéramos plantearnos una buena batería de preguntas.
Si la alucinación
provocada por una sustancia alucinógena segregada por nuestro cerebro no puede
explicar todos los casos, ¿cuál sería entonces la explicación alternativa?.
Por otra parte,
es evidente que el lóbulo temporal derecho del cerebro, está relacionado
directamente con estas experiencias. Se ha comprobado incluso que estimulando
algunas zonas del mismo, podemos provocar la experiencia. Si la explicación de
la alucinación por endorfinas no resulta cien por cien válida como explicación
a dicha experiencia, entonces, ¿cuál es la función de ese lóbulo temporal
derecho del cerebro?
¿Y si la consciencia fuese (como por otra parte le corresponde a su naturaleza energética) eterna, modificándose y transformándose pero acumulando toda la información? ¿Y si la función de dicho órgano no fuera la de crear alucinaciones o fantasías sino la de hacer de dique cortafuegos para que la información acumulada durante milenios no dificulte la experiencia de una vida cotidiana tal como la conocemos? ¿y si además ejerciera la función de una suerte de anclaje que uniese consciencia y cuerpo?.
¿Y si la consciencia fuese (como por otra parte le corresponde a su naturaleza energética) eterna, modificándose y transformándose pero acumulando toda la información? ¿Y si la función de dicho órgano no fuera la de crear alucinaciones o fantasías sino la de hacer de dique cortafuegos para que la información acumulada durante milenios no dificulte la experiencia de una vida cotidiana tal como la conocemos? ¿y si además ejerciera la función de una suerte de anclaje que uniese consciencia y cuerpo?.
Cuando
apagásemos el cerebro, bien sea de forma involuntaria con un coma, una parada
cardiorrespiratoria temporal o de forma voluntaria, mediante métodos de
meditación o estimulando en laboratorio de esa parte del lóbulo temporal
derecho, lo que provocaríamos es que ese dique se abriese y de esa forma la
consciencia dejaría de estar sujeta a la máquina biológica que la porta
temporalmente.
En este caso,
cabría la posibilidad de que, en determinados momentos y determinadas
consciencias, pudiesen acceder a información que en nuestro continuo espacio
tiempo consideramos inviable.
¿Cómo
funcionarían, en estos casos, los métodos de adivinación?
Yo tendría aquí
en cuenta dos cosas: el subconsciente colectivo y el indeterminismo cuántico.
Para buscar una respuesta a esta pregunta, disponemos de los siguientes datos:
Para buscar una respuesta a esta pregunta, disponemos de los siguientes datos:
--La información
es energía, y la energía no se crea ni destruye. Es más que probable, como
además estudiaron y propusieron grandes maestros y pensadores de todos los
tiempos, que exista un registro colectivo donde de algún modo, se recoja toda
esa información, a este registro se le ha dado muchos nombres: subconsciente
colectivo, alma colectiva o registro akásico. En ese registro estaría toda la
información disponible, sin olvidar que en el mundo de la energía, pasado,
presente y futuro no existen, toda la información forma parte de un presente
continuo, al menos esas parecen ser las consecuencias del pasado visitable que
se plantea según la ley de la relatividad.
--Nuestra
consciencia puede tener acceso a ese registro colectivo, pues forma parte del
mismo.
En este, sólo
nos quedaría un escollo que salvar.
Escollo que por
otra parte, resulta bien conocido por los profesionales de la psicología. Se
trata de la conexión entre nuestro
consciente y nuestro subconsciente. Se me ocurre que tal vez pudiésemos
compararlo con los proxys o el control parental que se usan en informática para
restringir el acceso de determinados usuarios o niños menores a determinadas
páginas de contenidos erótico o similar.
El problema
radicaría aquí, en como podríamos acceder a esa información guardada o
conectada a nuestro subconsciente.
Se me ocurre una
forma que tal vez pueda parecer una locura. ¿Y si las leyes de indeterminismo
de la física cuántica estuviesen rigiendo también nuestro mundo sin que
fuésemos conscientes de ello.
Aquí es donde entraría en juego el principio de indeterminismo de
Heisemberg. En este caso, las cartas y sus direcciones
no estarían determinadas en tanto no las destapásemos, así que sería la
observación del vidente y del propio interesado, en este caso, la que
colapsaría la posición y por tanto determinaría que cartas aparecen y en qué
posición, según convenga para qué en ellas aparezca aquello que ya se encuentra
en sus propios subconscientes.
Estaríamos determinando la realidad según lo que ya
sabemos de ella. Algo así como creer para ver y no ver para creer.
Por último, ¿podrían la imágenes y todo el ritual
actuar como método de concentración?. Algo parecido a lo que hacen los
psicólogos con las manchas que muestran a sus pacientes. La mancha, la forma y
el color hace que afloren al consciente imágenes del subconsciente. De esta
forma interpretaríamos la información esbozada por las cartas.
Yo no digo que esto vaya a erigirse
como una verdad científica, sin embargo creo que hay elementos suficientes para
el análisis.
Obviamente tampoco creo en la videncia
de 24 horas. Si la persona que puede, a veces, acceder a estos estados de
consciencia, pudiese hacerlo a tiempo completo, seguramente tendríamos que
contarla entre los seres considerados como iluminados, y algo me dice que eso y
el afán lucrativo no comparten la misma dimensión dentro de este universo, así
que si hemos de escuchar el buen consejo del maestro y atender a sus actos para
conocer a las personas, yo no marcaría un número de consulta de videncia.
Seguramente, si hay gente con esta
capacidad, y creo que sí que las hay, ha de ser seguramente alguien con la
suficiente altura moral como para
atender a otro gran consejo “lo que gratis recibisteis, dadlo gratis”.