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sábado, 14 de diciembre de 2013

¿Donde están los límites?


Hace tiempo que fui, poco  a poco, llegando al convencimiento de que tenemos límites porque nos convencen de ello.

Un niño no tiene límites, cuando le pides que te dibuje un barco o un avión, no te dice: “lo siento, no sé dibujar”.

Somos los adultos los que vamos transmitiéndoles los límites que antes, otros adultos, nos transmitieron.

Es así como la sociedad se defiende de individuos libres y, tal vez, demasiado poderosos.

Tal vez, volver a ser niños consista, en cierto modo, en derrumbar esas barreras.

Como he dicho, esa era una idea que maduraba lentamente dentro de mi mente. Pero me faltaba  algo, tal vez la constatación, fuera de mi propia experiencia, que afianzara definitivamente dicha idea.

Fui madurando una idea para salvar este escollo, idea que he podido materializar gracias a la paciencia y buena fe de mis compis del grupo Sanyama.

Desde hace varios años formo parte de un grupo que pretende promover una forma sana de vivir a través del yoga, la meditación, el tai chi y, de cuando en cuando, alguna experiencia de pintura meditativa que corre de mi cuenta.

Pero estas experiencias siempre fueron dirigidas a meditar contemplando el comportamiento del color, nunca requirió un verdadero ejercicio de creatividad por parte de los participantes.

Pensando en los límites y en su origen, pensé que estos límites estaban creados por la mente analítica, la mente que hace cálculos, juzga y  sopesa.

Luego sopesé los fundamentos de la meditación, y pensé: En la meditación usamos diversas técnicas a fin de apagar o desconectar la mente.

Pero entonces entendí algo. No es posible apagar la mente, cuando meditamos somos conscientes, luego olemos, vemos, oímos y sentimos, ¿que es entonces lo que apagamos en el proceso de meditación?

Y caí en la cuenta. Lo que intentamos es desconectar el hemisferio izquierdo del cerebro, esa parte nuestra que no para de armar ruido y lo juzga todo.

Cuando desconectamos esa parte, el otro yo, el que habita en el hemisferio derecho, el que siente, ve, huele y oye, y que por lo general se encuentra tiranizado por el yo que pone etiquetas y límites a todo, sale a dar un paseo y a disfrutar de su merecido recreo.

Y ¿acaso no es ese yo el que no cambia con la edad?

En realidad sentir sentimos lo mismo que cuando  éramos niños, es solo que nuestra experiencia, o domesticación, va cambiando el significado y las etiquetas a esas sensaciones.

¿Y si consiguiera amordazar esa parte de la mente, que le dice a mis compañeros del  grupo, ¡tu no puedes!?

Reconozco que la empresa se antojaba ambiciosa y arriesgada, pero decidí darme una oportunidad y llevarla a cabo.

He de  aclarar que los miembros del grupo al que me estoy refiriendo, están absolutamente convencidos, en  casi su totalidad, de no saber pintar.

El proceso no estaba exento de complicaciones, pues mientras no se consiguiera poner la anestesia a la mandona que habita en la mitad izquierda de nuestro cerebro y derrumbar las barreras del miedo, esta no iba a dejar de instigar.

Pero con la música adecuada, lienzos de 50x60 cm y materiales novedosos y rompedores, nos pusimos manos a la obra.

La meta:

n            Descubrir que no tenemos porqué supeditarnos a los límites impuestos por nuestro ego (no se lo digáis a nadie, pero este individuo es el molesto habitante de ese hemisferio izquierdo, que por lo demás resulta de mucha utilidad cuando debemos realizar algunos cálculos).

n            Perder el miedo a experimentar y descubrir cosas nuevas, y constatar que hay todo un universo por descubrir en cada uno de nosotros.

La técnica:

n            No permitirnos copiar, ni pensar, ni preguntar. Dejarnos llevar por los impulsos en todo momento.

n            Las indicaciones fueron muy claras: No sopeses que es lo adecuado, coge el color que llame tu atención y ponlo de la forma que te apetezca hacerlo. No pienses en el resultado, coge pincel, brocha, rodillo o espátula siguiendo tu primer impulso. Si, una vez puesta la primera pincelada, no estás cómodo con esa herramienta, cámbiala, coge otra, pero no rectifiques nada de lo ya hecho.

El resultado:

n            Creo que una imagen vale más que mil palabras. Juzguen ustedes.

He de decir, que aún con el resultado delante, la primera reacción general fue de angustia y decepción. Entonces los puse de pie, les hice dar una vuelta y mirar de nuevo el cuadro desde otro ángulo. El rostro de sorpresa fue generalizado. También hice la prueba de enseñarles el cuadro a través del objetivo de la cámara de fotos, de nuevo la sorpresa fue total. ¿Por qué? ¿Qué es lo que había ocurrido?

Simplemente habíamos realizado la experiencia en dos fases, en la primera sesión hicieron el fondo, tuvieron que enfrentarse a sus miedos y no terminaron muy contentos con el resultado (ahí no hice la prueba de hacerlos cambiar de perspectiva). Sin embargo durante la semana que separó la primera de la segunda sesión aprendieron a quedar conforme o satisfechos con el resultado. Entonces vino la peor parte, la de manchar el resultado del día anterior sin saber cual  iba a ser el resultado de semejante atrevimiento.

La angustia y el miedo de estropear lo que ya habían conseguido les impedían ver realmente el resultado.

Creo que el ejemplo puede resultar realmente significativo.



 
 
 


















 
 
 



 

jueves, 21 de noviembre de 2013

(Autismo y esquizofrenia): ¿enfermedades o disfunciones energéticas?


Hola a todos.
Hace tiempo que no publico ninguna entrada en este blog. Lo cierto es que he estado un poco liada terminando un libro para presentarlo en un concurso literario. Pero como se suele decir, el asunto ya está concluido y solo resta esperar los resultados, así que he pensado que era buen momento para retomar mis reflexiones.
Título esta entrada autismo y esquizofrenia, y es que hace tiempo que tengo la sensación que no todo está dicho con respecto a estas dos enfermedades.
Por alguna razón creo que quizás andamos dando palos de ciego en su conocimiento, diagnóstico y tratamiento. Que tal vez se está actuando movidos más por prueba acierto-error que movidos por un verdadero conocimiento de los motivos que provocan un comportamiento que nosotros consideramos anómalo.
Este interés me llevó a leer mucho acerca de lo que realmente se conocía sobre ellas, sus síntomas, sus reacciones a distintos tratamientos, sus definiciones, etc.
Después de esto llegué a pensar que quizás no se trataba realmente de enfermedades o deficiencias mentales. Tal  vez pudiésemos considerarlas más bien como disfunciones energéticas, (si es que acaso fuese posible ponerles algún nombre).
Es cierto que en un buen porcentaje de los casos, estas “enfermedades” llevan aparejadas algún grado de minusvalía intelectual. Sin embargo no me queda tan claro  que se trate de la causa y no del efecto de dicha disfunción o anomalía.
Por otra parte ni el autismo ni la esquizofrenia van unidas indefectiblemente a ninguna reducción de las capacidades mentales del individuo, de hecho el síndrome de Asperger es un tipo de autismo que va aparejado a capacidades mentales superiores a la media. Estudiando un poco la naturaleza y síntomas de ambas, llegué a las siguientes conclusiones:
 
­__  Ambas tienen muchos síntomas comunes que complican el diagnóstico en un sentido u otro.
__  Una de las características diferenciadoras son que el esquizofrénico padece alucinaciones y el autista no, sin embargo, ambos tienen problemas de lenguaje y comunicación (más de comunicación que de lenguaje).
__  Algunos esquizofrénicos han definido su mal, como falta de sujeción al tiempo. De hecho, recientemente, en un programa de redes pude escuchar a un prestigioso psiquiatra plantear la hipótesis de que la esquizofrenia se debiese a un problema de la percepción temporal en el cerebro de estas personas.
__  Sin embargo, por otro lado, el autista es hipersensible, reacciona mal a los sonidos habituales.
__  No distingue planos temporales, refiriéndose siempre a cualquier tiempo como presente.
__  Tampoco tiene asumido el concepto del yo, refiriéndose habitualmente a él mismo en segunda o en tercera persona.
__  Necesita repetir rutinas, para sentirse seguro y le altera mucho que le cambien las cosas de sitio. 
__  No tiene la capacidad de mentir, pues no comprende los juegos de intenciones, sus afirmaciones son textual y radicalmente ciertas y de igual modo entenderá las órdenes (si se le indica que se coma los guisantes, hará exactamente esto y esperará una nueva orden no incluyendo en la anterior el pan o trozos de carne incluidos en el mismo plato).
 
Existe otra enfermedad llamada síndrome de William, que comparte muchas de las características anteriores. Este síndrome lleva aparejada una disminución de las capacidades mentales, sobre todo en lo que se refiere a la comunicación. Sin embargo, los afectados por esta anomalía tienen lo que en música se llama “oído total”. Algo que sólo es compartido en ocasiones por grandes maestros músicos, y que permite a estas personas, que no olvidemos, tienen disminuidas sus capacidades mentales, improvisar de forma genial, convirtiendo conceptos e imágenes en sonidos musicales de intensa armonía.
Por cierto existe un rumor bastante extendido de que al parecer Mozart padecía el síndrome de William, aunque ignoro el grado de fiabilidad de dicho rumor y por tanto lo dejo aquí recogido como simple anécdota o chascarrillo, sin más intención en cuanto a prueba argumental.
Si atendemos a las definiciones físicas de como se constituyen el resto de dimensiones no espaciales, o sea, excluyendo las tres dimensiones espaciales que conocemos, entenderemos que el resto de dimensiones están en el mismo plano espacial pero en un nivel de vibración distinto (son como los hilos que componen la torcida de una cuerda o membranas que vibran).
¿Qué ocurriría si lo que realmente les ocurre tanto a autistas como a esquizofrénicos, así como a los afectados del Síndrome de William es que su nivel de vibración es muy límite?
Esto acercaría al esquizofrénico a la dimensión temporal, confundiendo sus límites, llegando a vivir realidades paralelas pertenecientes a tiempos distintos en el mismo espacio, o a realidades contemporáneas a la que vivimos en ese momento, pero que se están desarrollando en distintos Universos paralelos.
Hace tiempo vi una película, a decir verdad algo deprimente y un poco delirante, cuyo título era Las Horas. En ella Virginia Wolf intenta explicar su enfermedad en el transcurso de una narración donde se entrecruzaban las historias de tres mujeres: ella misma escribiendo el libro, una mujer que lee el libro y llega a formar parte del mismo y la protagonista del mismo.
En la película Virginia se define a si misma como alguien que no está sujeto al tiempo y define a uno de sus personajes, un niño esquizofrénico hijo de la mujer que lee el libro y amigo de la protagonista del mismo, como el visionario. Escenifica este hecho en el transcurso de una escena, valga la redundancia,  en el que la madre (lectora del libro), con una profunda depresión, deja al niño al cuidado de una canguro y se va a un hotel con la intención de suicidarse. El niño lucha por escapar, no lo consigue y cuando lo da por imposible, protagoniza una escena de introspección donde, con unos construibles de madera y un cochecito, va reproduciendo y montando la escena que está viviendo en esos instantes su propia madre al otro lado de la ciudad. La cámara te muestra ambas escenas en paralelo, alternando las imágenes.
Por desgracia hay pocos casos en donde una persona con alguna de estas afecciones llegue a definir su problema con suficiente claridad. Por ese motivo, creo que cuando es así debiéramos escucharlas con atención.
En cuando al otro caso, tanto el autista como el síndrome de William compartirían igualmente un nivel de vibración distinto al común de los mortales. Su nivel límite de vibración, les convertiría en seres muy sensibles a realidades armónica que para nosotros pasan desapercibidas. Sin embargo, esa misma circunstancia los convertiría, por otro lado, en personas hipersensibles a sonidos de nuestra realidad cotidiana. Esta y no otra sería la causa de que suelan rehuir una comunicación verbal que por sus características les resultaría agresiva y molesta, prefiriendo, siempre que se les da la oportunidad, usar el lenguaje signos.
Aunque el motivo de su disfunción pueda ser el mismo que para el esquizofrénico, su nivel de vibración diferiría del de éste y le arrastraría no a un límite espacio-temporal sino a un límite de sensibilidad auditiva cercana al infrasonido que les provocaría una completa desorientación. Los sonidos y modulaciones que infieren intencionalidad, les resultarían totalmente extraños y agresivos produciéndoles una sensación aguda de inseguridad. Esta sensación de inseguridad bien podría ser el motivo de que este tipo de “enfermos” necesiten crearse un hábitat estable, con los menores cambios posibles, con rutinas repetitivas y objetos familiares que no soportan cambiar de lugar.
Todos los iniciados en ciencias ocultas, saben de cómo el cosmos influye en nosotros, y de la influencia que nosotros ejercemos sobre el cosmos. Ahora, además, la física de partículas nos descubre que no podemos hablar de ladrillos de materia o de realidad separados, que lo único realmente constatable como realidad es “una nube de probabilidades” “un patrón de interacciones” o “un proceso de cambio”.
No existe una partícula elemental o separada cuando la colisión de cualquiera de estas partículas no produce porciones de la misma, sino partículas tan completas como aquella que ha sido colisionada.
¿No es entonces lógico contemplar la posibilidad de que haya personas que sean más conscientes y perciban de forma más tangible una realidad que sabemos que está ahí de una u otra forma?
En ningún momento puedo afirmar que estas aseveraciones sean ciertas, no tengo conocimientos médicos para ello, pero sí que puedo hacerme preguntas, y por tanto puedo preguntarme si a la luz de los nuevos conocimientos en física de partículas, funcionamiento de la energía y estructura del universo, podemos descartar esta posibilidad.
Y si la respuesta es negativa, ¿no valdría la pena replantearse de principio las circunstancias que hacen tan difícil e incomprensible la vida para estas personas y para aquellas otras que comparten su existencia?
 
 

domingo, 1 de septiembre de 2013

Jesús y el principio de principio de incertidumbre de Heisenberg

Posiblemente muchos de vosotros os sorprendáis con el título del blog de hoy.
Pero veréis, en el curso de mis indagaciones, como ya habréis tenido ocasión de leer en otras entradas, he venido comprendiendo que, tal vez, en estos momentos, estemos más cerca que nunca de poder comprender el mensaje que ocultan las enseñanzas espirituales de  los grandes maestros de la historia.
Durante ese proceso de descubrimiento, he tenido ocasión de leer interesantísimas reflexiones al respecto.
Uno de los últimos textos que he tenido la oportunidad de descubrir ha sido El Tao de la Física.
En este libro, Fritjof Capra, Doctor en Física Teórica de la Universidad de Viena, hace un interesante estudio entre los conceptos de la física moderna y las enseñanzas transmitidas por los grades maestros Induistas, Budistas  o Taoistas.
A lo largo de sus 458 páginas Fritjof Capra, va comparando conceptos, de tal forma que en muchas ocasiones textos y conceptos físicos podrían pasar por textos escritos por Heráclito o Lao Tse y un Upanishads pasaría sin ninguna dificultad por un texto correspondiente a la actual física de partículas.
Siguiendo este mismo hilo de reflexión, bajo mi punto vista, deberíamos seguir analizando enseñanzas recogidas en otras muchas enseñanzas espirituales.
Me vais a permitir que yo me centre en las enseñanzas de Jesús de Nazaret, ¿el motivo?, pues porque tengo que reconocer cierta debilidad por su figura y enseñanzas.
Tengo que decir, en honor a la verdad, que para cuando llegué a los conceptos de la física de partículas, ya había leído todos los textos canónicos y apócrifos sobre las enseñanzas de Jesús.
En el transcurso de esas lecturas, entre textos que narraban episodios de su vida y algunas enseñanzas de tipo moral, había encontrado otros muchos textos, pertenecientes sobre todo a las conocidas parábolas, cuya interpretación tradicional se me antojaba un poco cogida por los pelos.
Pero como la mayoría de la gente, hacía como que creía entender algo y la dejaba ahí, a ver si más adelante...
Hasta que descubrí la física cuántica, que para mi fue uno de los mayores descubrimientos de mi vida.
La descripción del comportamiento de aquellos pequeños ladrillos, que son la base de todo lo que existe pero que no puedes medir ni encuadrar, me parecieron fascinantes. Pequeñas partículas que pueden comportarse como partícula y como onda, que pueden estar en dos sitios a la vez o transmitir información de forma instantánea.
Aquellos minúsculos componentes de nuestro universo que siguen trayendo de cabeza a las más grandes mentes del ser humano, me cautivaron por completo.
Además aquellos conceptos me recordaban algo, aunque en un principio no supe relacionarlo.
Pero después de entender algunos conceptos de la física cuántica, y en el transcurso de una de mis relecturas de aquellos textos evangélicos que había dejado aparcados, las parábolas y el concepto de reino de los cielos proclamado por el maestro, empezaron a adquirir una nueva dimensión en mi mente.
 
Os pongo un ejemplo, de los muchos que podemos encontrar.
El principio de Incertidumbre de Heisenberg me trajo a la memoria una conversación entre Jesús y Nicodemo.
Explicado forma muy básica, diríamos que el Principio de Incertidumbre nos dice que el simple hecho de aplicar un haz de luz cualquiera a una partícula para poder observar su velocidad y cantidad de movimiento hará que ese haz de luz rebote contra la partícula y modifique los valores observados, por lo que los valores en condiciones de “oscuridad” que no vemos serán distintos a los tomados cuando aplicamos la luz para observarlo. Por eso Heisenberg lo llama incertidumbre, por que nunca se podrá conocer a ciencia cierta y con total precisión la cantidad de movimiento y la velocidad de la partícula gracias a los agentes exteriores. En resumidas cuentas observar es modificar. Así que podríamos decir que: no podemos saber de dónde viene y a dónde va.
 
El texto al que me refería anteriormente y que narra la conversación entre Jesús y Nicodemo, dice así:
Juan 3  1-10.... “Había entre los fariseos un hombre importante, llamado Nicodemo. Una noche fue a ver a Jesús y le dijo: Maestro, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos, porque nadie puede hacer los milagros que tú haces si no está Dios con él.
Jesús le respondió: Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios.
Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo viejo? ¿Es que puede volver al seno de su madre y nacer de nuevo?
Jesús respondió: Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es Espíritu. No te extrañe que te diga: Es necesario nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere; oyes su voz pero no sabes de dónde viene y a dónde va; así es todo el que nace del Espíritu.
Nicodemo preguntó: ¿Cómo puede ser eso?
Jesús respondió: ¿Tú eres maestro de Israel y no sabes esto?
 
Si comparamos este texto que muestra la conversación entre Jesús y Nicodemo con el principio de incertidumbre de Heisenberg, podremos comprobar que existe una curiosa similitud.
Para entender esta conversación no debemos olvidar que el judaísmo cuenta con una escuela exotérica, de orden espiritual, que podríamos comparar con el Tao o el Budismo.
Esa escuela, que como todo conocimiento oculto, estaba restringida a los iniciados y doctores de la Ley, en el judaísmo es denominada la Kabbala.
Obviamente son a estas enseñanzas ocultas o exotéricas a las que Jesús se refiere cuando recrimina a los fariseos: ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que os habéis apoderado de la llave de la puerta del conocimiento! Ni entráis vosotros ni dejáis entrar a los demás  (Lucas 11:52-54).
Y es a estas enseñanzas a las que se está refiriendo en el texto cuando le pregunta a Nicodemo ¿ Tú eres maestro de Israel y no sabes esto?
No podía estar refiriéndose a los conocidos textos tradicionales del judaismo ya que la Torá, el Tanaj y el Talmud, eran la base de la enseñanza en las escuelas y hablan de la historia del pueblo judío y las muchas obligaciones y restricciones impuestas por la Ley Mosaica y por tanto no eran textos de carácter oculto.
Con esto intento demostrar que la conversación entre Nicodemo y Jesús  era la conversación entre dos iniciados en las enseñanzas ocultas del judaísmo, que muy bien podríamos comparar con la conversación que podría producirse entre un maestro y un iniciado en el Tao o el Budismo.
Bajo este punto de vista, yo me pregunto:
¿Estaba Jesús intentando hacernos ver de alguna forma, lo absurdo de nuestros conceptos y comportamiento, si no teníamos en cuenta la auténtica realidad de nuestra naturaleza?
Y ¿cuál sería esta naturaleza?, pues muy probablemente la de partículas subatómicas que comparten una sola consciencia y  que consiguen construir una imagen de la materia, a través del movimiento de dichas partículas alrededor del núcleo de los átomos.
¿Consiste el reino de los cielos en volver a ser conscientes de esta realidad, liberándonos de los límites de la ilusión de una materia que al fin y al cabo no existe?.
Sacado de el Tao de la Física:
“...A medida que penetramos en la materia, nos encontramos  que está hecha de partículas, pero éstas no son los ladrillos básicos, al estilo de Demócrito o de Newton, sino meramente idealizaciones que resultan útiles desde un punto de vista práctico, pero sin significado en sí mismas. Según Niels Bohr, -las partículas materiales aisladas son abstracciones, y sus propiedades son definibles y observables solo a través de su interacción con otros sistemas-”

 
 
 
 
 
 

martes, 20 de agosto de 2013

¿Todo es uno?


Hola a todos de nuevo, tras el paréntesis vacacional, y aunque muchos de vosotros estáis disfrutándolas en estos momentos, vuelvo a asomarme a esta ventana para compartir algunas reflexiones, que espero os resulten interesantes.
 
Durante milenios, diversas filosofías y confesiones nos han venido advirtiendo, en menor o mayor medida, sobre el error de caer presa del ego.

¿Qué en que consiste exactamente el ego?

Parece ser que se trata de una fuerza interna que nos intenta convencer de que somos una entidad separada del resto del universo, y que podemos actuar sobre la naturaleza, sobre nuestros semejantes o sobre nuestro entorno sin que eso afecte a nuestro pequeño microcosmos.

Desde el, quizás menos radical “todos sois hermanos” propugnado por el catolicismo, pasando por “lo que golpea a uno hiere a todos” recogido en las profecías de Juan de Jerusalén, monje templario del siglo XI, hasta las mucho más recientes filosofías basadas en la nueva era,  que aseguran que "todo es uno", nos han venido advirtiendo de una realidad muy distinta a la que somos capaces de percibir con nuestros sentidos.

Que todo y todos estamos interrelacionados y somos interdependientes, y en última instancia, que no hay una diferencia real entre humanos, animales, rocas, o aún Dios. Que cualquier diferencia entre estas entidades es sólo aparente, no real.

La Cábala por su parte, afirma que solo existe el Boré o el creador, que en realidad es lo único existente, que solo hay un alma y que lo que nosotros como criaturas creadas hacemos es conectarnos con esa alma.

Por fin, y centrándome quizás un poco más en la definición del budismo del nirvana, tal vez por lo gráfico que creo que resulta, encontramos que la definición más cercana a lo que puede explicarse del estado de iluminación, consiste en que es un estado de percepción sobre la inexistencia de límites de nuestra consciencia.

Según el budismo, cuando alguien alcanza la iluminación, de pronto siente que ocupa la totalidad del espacio, que forma parte del todo y que todo es su propia consciencia.
Tenemos por otro lado, la definición de alma colectiva o subconsciente colectivo.
Se me antojan demasiadas referencias a un mismo concepto que, por otra parte, es bastante incomprensible para el cerebro humano, para ser el fruto casual de un esfuerzo imaginativo común.

Y, a estas alturas, creo que no tengo que explicar que esta sensación, para mí, resulta un buen motivo para investigar.

En el curso de esta disertación, acerté a hacerme esta pregunta:
¿Por qué un concepto tan alejado de cualquier concepto que un ser humano sea capaz de tener sobre si mismo, está tan extendido como base del conocimiento de nuestra verdadera naturaleza?

Estos días, en pleno proceso de comedura de coco, leyendo el libro “El Tao de la Física” (de Fritjof Capra, Doctor en Física Teórica por la Universidad de Viena), leí un párrafo que me hizo dar un respingo.

Seguramente sea un concepto que haya leído anteriormente, en otros textos y expresados de otra forma, pero fue en este texto en cuestión donde se me encendió la bombilla.

Creo que lo más gráfico será incluir el texto en cuestión para, de este modo, propiciar vuestra propia reflexión:

“....La aparente contradicción existente entre los conceptos de partícula y onda fue resuelta de un modo completamente inesperado, que vino a cuestionar el propio fundamento de la visión mecanicista del mundo: el concepto de la realidad de la materia. A nivel subatómico, la materia no está con seguridad en un lugar determinado, sino más bien muestra –tendencias a ocurrir-.
 
En el formulismo de la teoría cuántica, estás tendencias se expresan como probabilidades y están relacionadas con cantidades matemáticas que toman la forma de ondas.
 
Ésta es la razón por la cual las partículas pueden ser al mismo tiempo ondas. No se trata de ondas tridimensionales –reales- como las ondas sonoras o las ondas de agua, sino de –ondas de probabilidad-, cantidades matemáticas abstractas, con todas las características propias de las ondas, relacionadas con las probabilidades de encontrar las partículas en puntos concretos del espacio y en tiempos particulares. Todas las leyes de la física atómica se expresan en términos de estas probabilidades. Nunca se puede predecir un suceso atómico con certeza; sólo podemos decir que es probable que ocurra.
 
La teoría cuántica vino así a demoler los conceptos clásicos de los objetos sólidos y de las leyes estrictamente deterministas de la naturaleza. A nivel subatómico, los objetos materiales sólidos de la física clásica se diluyen en patrones, finalmente, no representan probabilidades de cosas, sino más bien probabilidades de interconexiones.

Un cuidadoso análisis del proceso de observación en la física atómica ha demostrado que las partículas subatómicas no tienen ningún significado como entidades aisladas, sino que sólo pueden entenderse como interconexiones entre la preparación de un experimento y su consiguiente medición. De este modo la teoría cuántica ha revelado la unidad básica del universo. Ha mostrado que no podemos descomponer el mundo en las unidades más pequeñas existentes independientemente.

A medida que penetramos en la materia, la naturaleza no nos muestra ningún ladrillo básico aislado, sino que aparece como una complicada telaraña de relaciones existentes entre las diversas partes del conjunto. Estas relaciones siempre incluyen al observador de un modo esencial. El observador humano constituye el nexo final de la cadena de los procesos de observación, y las propiedades de cualquier objeto atómico sólo se pueden comprender en términos de la interacción que tiene lugar entre el objeto observado y el observador. Esto significa que el ideal clásico de una descripción objetiva de la naturaleza ha dejado ya de tener validez.

La separación cartesiana entre yo y el mundo, entre el observador y lo observado, no puede hacerse cuando se trata con la materia atómica. En la física atómica nunca podemos hablar de la naturaleza sin, al mismo tiempo, hablar sobre nosotros mismos...”

Después de leer lo anterior,  vino a mi mente un video que adjunto y que me hizo comprender que, en este universo infinito, no existe lo grande o lo pequeño en términos absolutos, ambos conceptos solo lo son en relación a un valor de referencia.
 
En nuestro caso, ese punto de referencia es lo que identificamos como Ego y nos hace pensar que todo está en relación a nosotros mismos, no  dejándonos comprender que somos partículas subatómicas en la inmensidad del universo y que debemos encontrar nuestra propia naturaleza en función de este hecho y deshaciéndonos de los límites que ese mismo ego nos impone.

Después de esto, y tal vez como consecuencia del proceso iniciado con esta reflexión, pues nada es casual y todo está interconectado, encontré con este documento, es una entrevista a Anton Zeilinger, Físico Teórico y Experimental, doctorado en física de neutrones, por Ima Sanchís, en “La Contra”, de La Vanguardia, 24 noviembre 2012.

 "Transcripción de un trozo de la entrevista:

La física cuántica se encarga del estudio de lo más pequeño, ¿cierto?
Va aumentando el tamaño.

De todas maneras, lo grande está hecho de mucho pequeño junto.
Cierto, aunque hasta ahora para los objetos grandes los efectos cuánticos son tan pequeños que no los vemos, pero existen, claro.

Entonces, la física cuántica implica otra concepción del mundo...
Sí, estoy de acuerdo. Creo que la física cuántica nos está revelando que la información es más importante que la existencia material, y que la observación determina en cierto modo lo que puede ser la realidad.

Eso que acaba de decir...
... No sólo la información, la observación determinan lo que podemos ver, sino lo que puede llegar a ser la realidad...."

Después de asimilar estos dos documentos no pude menos que hacerme un par de preguntas, que ahora comparto con todos vosotros.
 
Si nuestro concepto de la realidad interfiere directamente en lo que podemos observar, y es la observación la que determina la realidad.. ¿Se trata de un círculo vicioso donde el Ego, tal vez alimentado de forma artificial, nos impide observar la realidad en toda su dimensión?

Si consiguiéramos deshacernos de los límites de nuestras creencias ¿Podríamos observar una realidad totalmente distinta, donde los únicos límites  fuesen aquellos que fuésemos capaces de imaginar?

 

martes, 25 de junio de 2013

El sonido como diseñador de nuestra naturaleza

 

Esta semana conocía una curiosa circunstancia que tiene que ver con la Ley de resonancia y que no me resisto a intentar analizar desde la perspectiva de la confluencia entre espiritualidad y ciencia de la energía, en la que he venido analizando distintas vertientes de esta realidad que vivimos.

La noticia en cuestión que llamó mi atención tiene que ver con las curiosas decisiones tomadas sobre algo tan extraño como la norma en la afinación musical y la no menos curiosa personalidad de los individuos que aparecen detrás de esas decisiones.

Pero vayamos por parte:

Al parecer la afinación de los instrumentos es algo totalmente relativo, en definitiva se trata de una convención o directriz que se acuerda seguir por todos.

Cuando no había aparatos de medición para afinar dichos instrumentos, era corriente usar las campanas de las catedrales para dicho menester. Es algo bastante conocido, que los maestros canteros usaron medidas y proporciones muy concretas para el diseño y la construcción de las catedrales góticas. Estas proporciones, conocidas como la proporción áurea o el número de Dios, tenían una finalidad muy concreta y era conseguir una determinada resonancia dentro del templo, una resonancia que facilitara un determinado estado de conciencia entre los muros de dichas construcciones. En definitiva y usando el lenguaje de la física de partículas, un determinado nivel de vibración que consiguiera, tal vez, una modificación del estado de la energía contenido dentro de aquellos muros.

Continuando con la descripción de los acontecimientos, al parecer es Giuseppe Verdi, quien en 1884, solicita a la Comisión encargada de estos menesteres, que se establezca como medida para afinar los 432 Hz en "la", para normalizar la tradición que era seguida mayoritariamente, gracias a las ya mencionadas campanas de las catedrales.

Hasta aquí la cosa parece tener mucha lógica, sobre todo si tenemos en cuenta que esos 432 Hz, sintonizan con los ritmos de nuestro organismo, con los latidos del corazón y con los ritmos del universo. De hecho fue Pitágoras el primero en descubrir que todo debe tener un tono y mucho más recientemente, fue Schumann quien descubrió el tono en el que resuena el planeta Tierra y lo colocó en los 8 Hz que es un tono completamente armónico con los 432 Hz, de los que hablamos.

La cosa empieza a sonar un poco extraña cuando, siguiendo el curso de los acontecimientos, llegamos hasta 1910, y descubrimos que alguien empieza a hablar de cambiar ese estándar. Ese alguien era un miembro de la fundación Rockefeller. Pero sería algo más tarde, en la época de la Alemania nazi, en 1930, cuando se pondría más énfasis en una cifra, esa cifra, que es la normalizada actualmente, es la de 440 Hz. El promotor de este cambio fue Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda Nazi, que consiguió un estándar no oficial, hasta que en 1953 la ISO aprobó por fin, que un "la" tiene 440 Hz.

Y ¿cual es la diferencia entre estas dos cifras?, pues al parecer esta última cifra corresponde con el tono que podemos escuchar al descolgar un teléfono fijo. Imagino que resulta bastante gráfico comparar el sonido de la campana de una catedral gótica con el tono de llamada de un teléfono fijo.

Todo esto que acabo de contar puede parecer anecdótico, si no fuera porque los recientes descubrimientos en la física de partículas vienen a poner nombre a lo que, de algún modo, ya se conocía por muchas culturas.

En la China de Confucio, los Emperadores disponían de una legión de funcionarios que enviaban, pertrechados con diapasones, con el cometido de chequear y afinar todos los instrumentos del imperio. Estaban completamente convencidos del poder de la música y de su armonía en las emociones del ser humano, y obviamente esta influencia podía ser para bien, si existía una armonía o para mal si los sonidos eran disonantes.

De hecho, cuando una soprano consigue romper un cristal con su voz, lo que hace es conseguir una frecuencia que resuena con la frecuencia del cristal.

Por otra parte, si bien todo emite un sonido y una vibración, si hay algo verdaderamente reactivo al sonido, eso es el agua, y nosotros somos agua en un 70%.

Si a eso añadimos que en los últimos tiempos se están usando distintas frecuencias de sonidos como armas, ya sea a nivel de ejércitos o a un nivel mucho más doméstico, con los insecticidas por infrasonidos, imagino que empezamos a intuir que el asunto tiene su importancia.

Y aquí es donde enlazamos de lleno con la energía y su comportamiento y transformación, pues si como parece, y hemos analizado con anterioridad basándonos en los estudios de los físicos más eminentes, solo existe un tipo de energía.

Si la energía modifica sus características dependiendo de su vibración.

Si además esta energía se transforma en los distintos tipos de partículas energéticas dependiendo de sus características.

Si, por ende, las partículas que logren transformarse en tipo de energía sin masa como el fotón, no son obstaculizadas en su deambular por el campo de Higs, mientras que, cuanta más masa tiene una partícula, más obstáculos encuentra en ese deambular, hasta terminar convirtiéndose en materia.

Y por último, si llegamos a la conclusión de que además es nuestra conciencia la que puede modificar la vibración de nuestra energía y en consecuencia la que decide que tipo de energía somos y cuanta luz hay en nosotros.

Entonces, tal vez podamos entender porqué se usan sonidos de tambores en ceremonias sagradas en distintas tribus, o porqué se usan mantras y sonidos con determinada armonía, resonantes con los latidos del corazón o con los sonidos del agua, o del viento, o de las esferas, en meditaciones. O porqué la resonancia de un templo puede facilitar la contemplación o la meditación.

Y es aquí donde yo me pregunto ¿qué interés podían tener personajes como Rockefeller y Goebbels para perseguir el cambió del tono para realizar la afinación de los instrumentos musicales?

¿Nos está alejando este nuevo sonido modificado de nuestra naturaleza, de la energía más elevada y de la conciencia universal?.
 
 
 
Felices vacaciones y hasta la vuelta

jueves, 13 de junio de 2013

¿Casas encantadas o ventanas en el espacio-tiempo?


Esta semana me hacía la siguiente reflexión:

Si analizamos el proceso de formación de la materia, podremos observar que es difícil delimitar en compartimentos estancos la energía y su comportamiento y la materia y el suyo.

Me explico, la energía va uniéndose y cambiando sus propiedades, modificando su vibración hasta hacer posible las partículas que terminarán formando parte de todo mundo material que conocemos.

Pero, ¿en qué momento exacto del proceso, la energía deja de ser tal y regirse por sus propias reglas para adoptar el comportamiento inherente a unas reglas tan distintas a las que hasta ese momento habían sido las suyas propias?.

De hecho, me pregunto, ¿de verdad alguna vez se produce esa división tajante?.

¿Y si esa división total nunca se produjese, o al menos fuese mucho más gradual de lo que nosotros lo percibimos?

¿Podemos analizar algunos fenómenos, hasta ahora del terreno de lo más heterodoxo, desde el prismas de zonas de injerencia entre ambas realidades no comprendidas ni observadas aún por nuestra humanidad?.

Imaginemos la realidad en la que vivimos, intentando dar cabida a conceptos como indeterminismo y universos paralelos.

En un universo en donde el comportamiento de nuestra realidad, y el  de la energía no estuviesen delimitadas en compartimentos estancos ¿tendrían explicación fenómenos como la bilocación, percepción extrasensorial o transcendencia temporal, modificación de la realidad o milagros?  ¿y los lugares encantados donde se observan de forma reiterativa alguna escena o la imagen de alguna persona con la que sin embargo no es posible interactuar?.

Me doy perfecta cuenta de que la empresa es ambiciosa y arriesgada. Tampoco pretendo desvelar todos los misterios del universo, pero podemos intentar analizar algunos de estas manifestaciones desde un nuevo punto de vista, y quien sabe, tal vez logremos entender mejor esa parte de la realidad.

Sé que los supuestos que he mencionado provocarán el escepticismo de muchos, y habrá quienes no consideren seria ni  siquiera la posibilidad de hacerse preguntas al respecto.

Tengo que comenzar diciendo que yo parto de la base  de que algo que se repite en el espacio y en el tiempo, a lo que distintas culturas llaman de forma distinta pero que describen de forma tan similar, no puede ser despachado con un son simples alucinaciones, superchería, o mentiras sin más.

Así que dejando claro que a mí al menos estas circunstancias me resultan motivo suficiente como para hacerme preguntas e intentar solucionarlas, intentaré a continuación, poner por escrito el resultado de estas disertaciones:

En primer lugar, hay que tener en cuenta que todos esos fenómenos suelen tener algo en común, que es el estado mental de quien los provoca o experimenta y el estado energético del lugar donde se producen.

Parece ser, según los muy diversos testimonio, que los lugares donde suelen darse fenómenos de apariciones, suelen ser lugares marcados de algún modo, bien sea por acontecimientos de un orden marcadamente emocional, por corrientes de aguas, sitios donde se han producido cultos en distintas creencias, en definitiva lugares de poder, o dicho de una forma más mundana, lugares cuyas circunstancias hayan podido modificar su campo electromagnético. Por otro lado las personas que viven o provocan una buena parte de estos fenómenos, son también personas que debido a la meditación, la contemplación y oración, sustancias o rituales que consiguen modificar el estado de conciencia e incluso alguna enfermedad  de tipo mental. Algún día me gustaría analizar o plantear si realmente no estaremos metiendo todo lo que no comprendemos en el saco de enfermedad mental, pero eso será en otra ocasión.

El caso es que si analizamos todos los casos, veremos que tienen en común  que los fenómenos se producen en lo que se ha dado en llamar estado alterado de conciencia.

El caso es que no sabemos exactamente en que consiste eso que llamamos estado alterado de conciencia, pero una posibilidad viable podría ser un estado mental en el que a través de nuestra consciencia seamos capaces de desligarnos de la materia y hacer vibrar la energía que nos conforma en una frecuencia distinta, más elevada.

Sabemos que de esta forma estaríamos modificando las características de esa energía.

 
¿Y si analizamos los casos de apariciones en lugares determinados desde esa modificación de las condiciones electromagnéticas?.

Si tenemos en cuenta además la posibilidad de interactuar de alguna forma con universos paralelos, podríamos sacar algunas conclusiones, a saber:

Realmente la separación entre esos distintos universos, según la teoría actual, no estaría en distintos espacios, ya que esos universos estarían enrollados de alguna forma.

Como si hubiese muchos mundos pero todos en el mismo espacio. Están separados de alguna forma, pero no con el tipo de separación que podemos comprender desde una realidad donde toda separación es producto del espacio y del tiempo.

Tal vez un buen ejemplo sea la pantalla de la televisión o una emisora de radio.

Realmente en el mismo espacio pueden existir realidades distintas según sintonices el dial, esa sintonización es la verdadera barrera entre universos distintos. Imagina que por un momento deja de existir esa barrera de separación y comenzaras a ver varias emisoras superpuestas al mismo tiempo. ¿Podría ocurrir algo así cuando deja de existir una observación que separe esos mundos?.

Sin embargo si te llevas mucho tiempo concentrado en una de las emisoras en concreto porque retransmiten un partido de fútbol por ejemplo, no prestas atención al resto y terminas viendo solo la que te interesa. Sin embargo el resto sigue estando ahí y aparece de uno u otro modo.

¿Y si esas circunstancias de orden electromagnético estuviesen interfiriendo de algún modo en la programación de este universo?

¿Y si lo que ocurre en esos sitios es que estamos encendiendo una pantalla en un universo paralelo o una ventana a otro tiempo?, al fin y al cabo todo estaría sucediendo en el mismo espacio.

En ese caso, las supuestas apariciones fantasmales que bajan una escalera  a una hora determinada pero no interactúa con nadie, no sería otra cosa que la imagen de una persona real en un tiempo distinto o en un universo paralelo. Y desde luego estas apariciones no sería más fantasma que nosotros mismos, imagino de hecho que de poder vernos ellos a nosotros, es exactamente eso lo que pensaría que somos.

¿Podríamos igualmente analizar  la bilocación y otras manifestaciones místicas?

Creo que sí, pero eso será en otra ocasión.
 

lunes, 27 de mayo de 2013

Adivinación ¿todo verdad? ¿todo mentira?


¿Por qué este título?
Bueno, porque a pesar de que el tema ha sido utilizado con frecuencia en ambientes y con fines indudablemente frívolos, esa circunstancia no me parece suficiente motivo como para desechar por completo todo lo referente a lo que yo creo que sigue siendo un misterio digno de reflexión.
Al menos, no antes de que me haya planteado unas cuantas preguntas al respecto.
Incluso, no debiéramos desechar, a priori, la posibilidad de que esta frivolidad haya sido utilizada, en ocasiones, convenientemente a fin de alejar a las personas “serias” de la tentación de iniciar un análisis más serio y profundo sobre sus verdaderos fundamentos.
Pero como a mí sí que me parece que el tema merece alguna reflexión más profunda, hoy he decidido adentrarme en los oscuros senderos de la adivinación.
Tengo que decir, que según lo que yo he podido observar, indagar e incluso experimentar, en honor a la verdad, no podría decir que todo es verdad, pero tampoco podría decir que todo es mentira.
Y no pudiendo decir que todo es mentira, la situación me plantea algunos importantes interrogantes: ¿Qué parte de verdad hay entonces en ello?, ¿cómo puede explicarse esa parte de verdad?.
Bueno, yo no dispongo ni de medios ni de conocimientos como para estructurar certezas basadas en experimentaciones científicas, así que me limitaré a plantear algunos interrogantes y algunas posibilidades que, al menos para mí, resultan de interés.
Empezaré entonces con una declaración de principios que ya he expuesto con anterioridad en este mismo blog.
Ya he manifestado y reitero ahora, que creo firmemente que si algo forma parte de la realidad, ha de estar relacionado  de algún modo con el resto de elementos que componen esa misma realidad.
Así que si  hay algo de verdad en esta vertiente de la experiencia humana, bajo mi punto de vista, indudablemente debe estar relacionada con otras vertientes de nuestra realidad, y me refiero sobre todo a aquella parte de la realidad más encuadradas en el ámbito científico.
Para analizar, entonces, lo que de verdad pueda existir en el tema de la adivinación, comenzaré planteando una interrogante de principio.
Si tenemos en cuenta que según las consecuencias que podemos deducir de la ley de la relatividad, pasado, presente y futuro coexisten de algún modo en este universo espacio-temporal, no deberíamos desechar a priori la posibilidad de acceder a ellos de alguna forma.
Cierto es que por el momento, los viajes en el tiempo, son una imposibilidad física, relegada solo a las novelas de ciencia ficción, pero ¿puede la energía, realizar ese viaje, imposible para la materia?
Si la respuesta a esta pregunta es afirmativa, tal vez deberíamos plantearnos si nuestra consciencia forma un todo con la materia que la porta, o si por el contrario es independiente de esta y existe la posibilidad de que actúe por su cuenta y en solitario en determinadas circunstancias.
Existen experiencias de tipo extracorpóreas, que pueden decantar la balanza hacia la segunda posibilidad.
Hay que decir también, que es sabido que hace ya tiempo, en círculos científicos, se viene investigando sobre el origen de ese tipo de experiencias, a las que se puede llegar a través de experiencias místicas, meditativas, provocando estados alterados de conciencia con músicas o drogas, o con las conocidas experiencias cercanas a la muerte (paros cerebrales).
Tras observar una batería importante de casos, y analizando que en todos ellos se producía una variación en la actividad de determinada zona en el lóbulo temporal derecho de cerebro, llegaron a la conclusión, de que esta zona es la responsable de la liberación de cierta sustancia que provoca en el individuo una serie de alucinaciones mentales y sensoriales que pueden traducirse como experiencias místicas.
Tal vez esa sea una explicación más o menos válida, sin embargo en esta teoría fallan muchos detalles. Por ejemplo casos donde los pacientes en muerte clínica y en la mesa de operaciones ha sido capaces de relatar con todo lujo de detalle, escenas que en esos momentos se estaban desarrollando en otras estancias del hospital. O casos en los que los pacientes relatan imágenes de su propia situación y la de los médicos en el momento en que intentaban reanimarlo, vividas como un espectador que observa la escena desde fuera.
Sé que muchos de estos testimonios se han intentado desacreditar con explicaciones más o menos acertadas, sin embargo creo que los testimonios son tantos y la solvencia de quienes la recogen tan importante, que no es de recibo despacharlas todas como simple superchería.
Y no pudiendo despacharlas todas, tenemos que reconocer que aunque solo quedasen en pie un 3 por ciento de los casos, sería un número más que suficiente como para que decidiéramos plantearnos una buena batería de preguntas.
Si la alucinación provocada por una sustancia alucinógena segregada por nuestro cerebro no puede explicar todos los casos, ¿cuál sería entonces la explicación alternativa?.
Por otra parte, es evidente que el lóbulo temporal derecho del cerebro, está relacionado directamente con estas experiencias. Se ha comprobado incluso que estimulando algunas zonas del mismo, podemos provocar la experiencia. Si la explicación de la alucinación por endorfinas no resulta cien por cien válida como explicación a dicha experiencia, entonces, ¿cuál es la función de ese lóbulo temporal derecho del cerebro?
¿Y si la consciencia fuese (como por otra parte le corresponde a su naturaleza energética) eterna, modificándose y transformándose pero acumulando toda la información? ¿Y si la función de dicho órgano no fuera la de crear alucinaciones o fantasías sino la de hacer de dique cortafuegos para que la información acumulada durante milenios no dificulte la experiencia de una vida cotidiana tal como la conocemos? ¿y si además ejerciera la función de  una suerte de anclaje que uniese consciencia y cuerpo?.
Cuando apagásemos el cerebro, bien sea de forma involuntaria con un coma, una parada cardiorrespiratoria temporal o de forma voluntaria, mediante métodos de meditación o estimulando en laboratorio de esa parte del lóbulo temporal derecho, lo que provocaríamos es que ese dique se abriese y de esa forma la consciencia dejaría de estar sujeta a la máquina biológica que la porta temporalmente.
En este caso, cabría la posibilidad de que, en determinados momentos y determinadas consciencias, pudiesen acceder a información que en nuestro continuo espacio tiempo consideramos inviable.
¿Cómo funcionarían, en estos casos, los métodos de adivinación?
Yo tendría aquí en cuenta dos cosas: el subconsciente colectivo y el indeterminismo cuántico.
Para buscar una respuesta a esta pregunta, disponemos de los siguientes datos:
--La información es energía, y la energía no se crea ni destruye. Es más que probable, como además estudiaron y propusieron grandes maestros y pensadores de todos los tiempos, que exista un registro colectivo donde de algún modo, se recoja toda esa información, a este registro se le ha dado muchos nombres: subconsciente colectivo, alma colectiva o registro akásico. En ese registro estaría toda la información disponible, sin olvidar que en el mundo de la energía, pasado, presente y futuro no existen, toda la información forma parte de un presente continuo, al menos esas parecen ser las consecuencias del pasado visitable que se plantea según la ley de la relatividad.
--Nuestra consciencia puede tener acceso a ese registro colectivo, pues forma parte del mismo.
En este, sólo nos quedaría un escollo que salvar.
Escollo que por otra parte, resulta bien conocido por los profesionales de la psicología. Se trata de la conexión  entre nuestro consciente y nuestro subconsciente. Se me ocurre que tal vez pudiésemos compararlo con los proxys o el control parental que se usan en informática para restringir el acceso de determinados usuarios o niños menores a determinadas páginas de contenidos erótico o similar.
El problema radicaría aquí, en como podríamos acceder a esa información guardada o conectada a nuestro subconsciente.
Se me ocurre una forma que tal vez pueda parecer una locura. ¿Y si las leyes de indeterminismo de la física cuántica estuviesen rigiendo también nuestro mundo sin que fuésemos conscientes de ello.
Aquí es donde entraría en juego el principio de indeterminismo de Heisemberg. En este caso, las cartas y sus direcciones no estarían determinadas en tanto no las destapásemos, así que sería la observación del vidente y del propio interesado, en este caso, la que colapsaría la posición y por tanto determinaría que cartas aparecen y en qué posición, según convenga para qué en ellas aparezca aquello que ya se encuentra en sus propios subconscientes.
Estaríamos determinando la realidad según lo que ya sabemos de ella. Algo así como creer para ver y no ver para creer.
Por último, ¿podrían la imágenes y todo el ritual actuar como método de concentración?. Algo parecido a lo que hacen los psicólogos con las manchas que muestran a sus pacientes. La mancha, la forma y el color hace que afloren al consciente imágenes del subconsciente. De esta forma interpretaríamos la información esbozada por las cartas.
Yo no digo que esto vaya a erigirse como una verdad científica, sin embargo creo que hay elementos suficientes para el análisis.
Obviamente tampoco creo en la videncia de 24 horas. Si la persona que puede, a veces, acceder a estos estados de consciencia, pudiese hacerlo a tiempo completo, seguramente tendríamos que contarla entre los seres considerados como iluminados, y algo me dice que eso y el afán lucrativo no comparten la misma dimensión dentro de este universo, así que si hemos de escuchar el buen consejo del maestro y atender a sus actos para conocer a las personas, yo no marcaría un número de consulta de videncia.
Seguramente, si hay gente con esta capacidad, y creo que sí que las hay, ha de ser seguramente alguien con la suficiente altura moral  como para atender a otro gran consejo “lo que gratis recibisteis, dadlo gratis”.