En
esta ocasión estoy dispuesta a meterme de lleno, en lo que mi hermana definiría
sin lugar a duda como una paranoia.
El
caso es, que este es un tema que enfrenta desde siempre a las mentes más
pragmáticas con otras más crédulas, y por supuesto con videntes y futurólogos.
Sin
embargo, yo quiero analizar este tema desde el punto de vista de los conceptos
científicos vigentes en la actualidad o al menos desde lo que, a día de hoy, yo
alcanzo a entender sobre ellos.
Y
he de decir que, según lo que de la
Ley de la
Relatividad podemos
deducir y distinguiendo lo que teóricamente es posible de lo que en la
práctica es probable, a priori habría que concluir que efectivamente sería
posible conocer el futuro.
Desde
que Albert Einstein publicara su teoría de la relatividad especial, sabemos que
el tiempo no es un concepto abstracto usado para medir de forma lineal el curso
de los acontecimientos sino una dimensión, y que esta dimensión temporal está
unida a las tres dimensiones espaciales.
Tal
y como yo lo entiendo, esto vendría a significar algo parecido, a que nosotros
notamos el paso del tiempo como quien ve pasar un tren. Esto es debido a que la
velocidad a la que nos desplazamos es mucho menor a la velocidad de la luz, que
es la velocidad de expansión del espacio.
Si
alcanzáramos dicha velocidad dejaríamos de observar el paso del “tren del
tiempo” para subirnos en él directamente.
Una
vez dentro, igual que una mosca dentro de un vagón no se estampa contra la
pared contraria al sentido de la marcha, ni tiene que superar la velocidad del
tren para poder desplazarse dentro del vagón, nosotros podríamos desplazarnos
por el tiempo en cualquiera de sus direcciones.
Además,
dentro del terreno de la experimentación cuántica, existe otro concepto que
viene a confirmar esta idea, me refiero al entrelazamiento cuántico. Según este
concepto, cuando interfieres en la luz de una partícula modificando su
presente, automáticamente modificas también su pasado, lo que deja abierto el
terreno de su modificación en el futuro, sólo que para esto último no tenemos
elementos de comparación a la hora de realizar el experimento.
Luego,
parece que a la luz de los conceptos anteriormente referenciados, el pasado y
el futuro si que existen, siendo susceptibles no solo de observación sino
incluso de modificación.
¿Es
entonces posible anticiparnos al futuro?
¿Y
si en este puzzle faltara un tercer elemento que aportara algo de luz al
misterio?
En
realidad no se muy bien si esto serviría para responder categóricamente a esa
pregunta o para plantear nuevas interrogantes, pero sí que podría ayudar a
comprender la verdadera complejidad del dilema. Intentaré explicarme.
Si
no entiendo mal este concepto, esta teoría plantearía que la realidad que
vivimos contemplaría la existencia un número indeterminado de universos
paralelos.
Sin
embargo estos universos no serían mundos lejanos y ajenos a nuestra propia
realidad.
Según
esta teoría, cuando tomamos una decisión, realmente estaríamos eligiendo
experimentar una vivencia determinada, pero eso no descartaría el resto de las
posibilidades.
Lo
que realmente ocurriría en el momento de tomar cualquier decisión, en el marco
de esta teoría, es que si decidimos abandonar la lectura de un libro, en
realidad existiría un universo en el que seguiríamos leyendo ese libro, otro
donde haríamos una pausa para beber agua e incluso alguno donde habríamos
decidido abandonarlo por completo y tirarlo a la basura.
De
esta forma, tendríamos que la realidad de nuestro espacio-tiempo la compondría
un número indeterminado de hojas de papel cebolla, cada una de ellas llevaría
dibujado un trazo de la realidad y todas juntas compondrían el puzzle completo.
En
realidad, nosotros al tomar una decisión o asumir una creencia, lo que
estaríamos haciendo sería elegir una de esas hojas y separarla de las demás.
Y
bien, considerando todo lo anterior, a mi se me ocurre una posible solución para
este dilema.
Si
lo expuesto con anterioridad es exacto, en realidad sí que podríamos tener
acceso al futuro, si no de forma material, al menos mentalmente, para ello solo
tendríamos que considerar la posibilidad de que nuestra mente no comparta las
limitaciones materiales de nuestro cuerpo.
Sin
embargo, en este caso, existiría un nuevo elemento en discordia. No de debemos
obviar, que el futuro al que accederíamos en ese caso, sería el futuro del
universo que estaríamos experimentando en ese momento y estaría condicionado
por el pasado de ese mismo universo.
¿Y
si el hecho de conocer el futuro influyera directamente en nuestras decisiones
y creencias?
¿Y
si, como bien se puede deducir de la misma teoría de universos paraleros, al
cambiar nuestras creencias y decisiones estuviésemos saltando literalmente de
un universo a otro?
En
ese caso, el hecho mismo de conocer el futuro estaría modificando el presente
junto con el futuro y posiblemente también el pasado.
Así
que la respuesta al dilema podría ser:
Seguramente
sí que es posible conocer el futuro, pero también, muy probablemente, el hecho
de conocerlo estaría modificando nuestras decisiones y por tanto modificando
ese mismo futuro.
O
expresándolo con más exactitud, conocer el futuro y cambiar nuestras decisiones
en el presente, nos estaría trasladando al universo correspondiente a esa nueva
decisión en el presente que llevaría aparejado su propio futuro, lo que convertiría
su verificación en un hecho altamente improbable.
Tal vez solo los pocos que, aun conociendo su destino, son capaces de aceptarlo sin reservas y entender que aún los sinsabores tienen sentido en el conjunto de su vida, estén en disposición de poder predecir el futuro.
Tal vez solo los pocos que, aun conociendo su destino, son capaces de aceptarlo sin reservas y entender que aún los sinsabores tienen sentido en el conjunto de su vida, estén en disposición de poder predecir el futuro.