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jueves, 16 de enero de 2014

¿Es posible predecir el futuro?


En esta ocasión estoy dispuesta a meterme de lleno, en lo que mi hermana definiría sin lugar a duda como una paranoia.
El caso es, que este es un tema que enfrenta desde siempre a las mentes más pragmáticas con otras más crédulas, y por supuesto con videntes y futurólogos.
Sin embargo, yo quiero analizar este tema desde el punto de vista de los conceptos científicos vigentes en la actualidad o al menos desde lo que, a día de hoy, yo alcanzo a entender sobre ellos.
Y he de decir que, según lo que de la Ley de la Relatividad podemos  deducir y distinguiendo lo que teóricamente es posible de lo que en la práctica es probable, a priori habría que concluir que efectivamente sería posible conocer el futuro.
Desde que Albert Einstein publicara su teoría de la relatividad especial, sabemos que el tiempo no es un concepto abstracto usado para medir de forma lineal el curso de los acontecimientos sino una dimensión, y que esta dimensión temporal está unida a las tres dimensiones espaciales.
Tal y como yo lo entiendo, esto vendría a significar algo parecido, a que nosotros notamos el paso del tiempo como quien ve pasar un tren. Esto es debido a que la velocidad a la que nos desplazamos es mucho menor a la velocidad de la luz, que es la velocidad de expansión del espacio.
Si alcanzáramos dicha velocidad dejaríamos de observar el paso del “tren del tiempo” para subirnos en él directamente.
Una vez dentro, igual que una mosca dentro de un vagón no se estampa contra la pared contraria al sentido de la marcha, ni tiene que superar la velocidad del tren para poder desplazarse dentro del vagón, nosotros podríamos desplazarnos por el tiempo en cualquiera de sus direcciones.
Además, dentro del terreno de la experimentación cuántica, existe otro concepto que viene a confirmar esta idea, me refiero al entrelazamiento cuántico. Según este concepto, cuando interfieres en la luz de una partícula modificando su presente, automáticamente modificas también su pasado, lo que deja abierto el terreno de su modificación en el futuro, sólo que para esto último no tenemos elementos de comparación a la hora de realizar el experimento.
Luego, parece que a la luz de los conceptos anteriormente referenciados, el pasado y el futuro si que existen, siendo susceptibles no solo de observación sino incluso de modificación.
¿Es entonces posible anticiparnos al futuro?
¿Y si en este puzzle faltara un tercer elemento que aportara algo de luz al misterio?
En realidad no se muy bien si esto serviría para responder categóricamente a esa pregunta o para plantear nuevas interrogantes, pero sí que podría ayudar a comprender la verdadera complejidad del dilema. Intentaré explicarme.
El tercer elemento al que me refiero es el de la teoría de los universos paralelos.

 

 
 
Si no entiendo mal este concepto, esta teoría plantearía que la realidad que vivimos contemplaría la existencia un número indeterminado de universos paralelos.
Sin embargo estos universos no serían mundos lejanos y ajenos a nuestra propia realidad.
Según esta teoría, cuando tomamos una decisión, realmente estaríamos eligiendo experimentar una vivencia determinada, pero eso no descartaría el resto de las posibilidades.
Lo que realmente ocurriría en el momento de tomar cualquier decisión, en el marco de esta teoría, es que si decidimos abandonar la lectura de un libro, en realidad existiría un universo en el que seguiríamos leyendo ese libro, otro donde haríamos una pausa para beber agua e incluso alguno donde habríamos decidido abandonarlo por completo y tirarlo a la basura.
De esta forma, tendríamos que la realidad de nuestro espacio-tiempo la compondría un número indeterminado de hojas de papel cebolla, cada una de ellas llevaría dibujado un trazo de la realidad y todas juntas compondrían el puzzle completo.
En realidad, nosotros al tomar una decisión o asumir una creencia, lo que estaríamos haciendo sería elegir una de esas hojas y separarla de las demás.
Y bien, considerando todo lo anterior, a mi se me ocurre una posible solución para este dilema.
Si lo expuesto con anterioridad es exacto, en realidad sí que podríamos tener acceso al futuro, si no de forma material, al menos mentalmente, para ello solo tendríamos que considerar la posibilidad de que nuestra mente no comparta las limitaciones materiales de nuestro cuerpo.
Sin embargo, en este caso, existiría un nuevo elemento en discordia. No de debemos obviar, que el futuro al que accederíamos en ese caso, sería el futuro del universo que estaríamos experimentando en ese momento y estaría condicionado por el pasado de ese mismo universo.
¿Y si el hecho de conocer el futuro influyera directamente en nuestras decisiones y creencias?
¿Y si, como bien se puede deducir de la misma teoría de universos paraleros, al cambiar nuestras creencias y decisiones estuviésemos saltando literalmente de un universo a otro?
En ese caso, el hecho mismo de conocer el futuro estaría modificando el presente junto con el futuro y posiblemente también el pasado.
Así que la respuesta al dilema podría ser:
Seguramente sí que es posible conocer el futuro, pero también, muy probablemente, el hecho de conocerlo estaría modificando nuestras decisiones y por tanto modificando ese mismo futuro.
O expresándolo con más exactitud, conocer el futuro y cambiar nuestras decisiones en el presente, nos estaría trasladando al universo correspondiente a esa nueva decisión en el presente que llevaría aparejado su propio futuro, lo que convertiría su verificación en un hecho altamente improbable.

Tal vez solo los pocos que, aun conociendo su destino, son capaces de aceptarlo sin reservas y entender que aún los sinsabores tienen sentido en el conjunto de su vida, estén en disposición de poder predecir el futuro.