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sábado, 27 de abril de 2013

¿Tiene solución el conflicto entre ciencia y religión?


Soy una de esas personas que cree que la ciencia puede abrirnos las puertas del conocimiento de nuestro mundo. Sin embargo también creo en la pervivencia de la esencia que mueve al ser humano, en la trascendencia de la conciencia humana y en una conciencia universal fuente y motor de todo movimiento.

Durante mucho tiempo he venido preguntándome el porqué de la supuesta incompatibilidad entre ciencia y religión. Yo creo que las dos son parte de la misma realidad y por tanto no pueden ni deben ser incompatibles.

Un día, en el transcurso de una de esas disertaciones en las que suelo ocupar la mente cuando voy o vengo del trabajo, caí en lo que me pareció la explicación al susodicho conflicto.

Creo que debería empezar por el principio, para a continuación ir tirando del hilo que me llevó a la subsiguiente conclusión.

Intentaba decidir como entiendo yo la realidad científica y su imagen del universo, para después definir mi idea de trascendencia y supervivencia de la consciencia dentro de ese mismo universo.

Luego intenté descubrir donde podría estar el origen del conflicto.

Esto me llevó directamente al  siguiente análisis:

Es como si se reunieran un congreso de medicina natural, uno de jardinería y otro de arte, para hablar de una rosa. Mientras el congreso de medicina analiza las propiedades medicinales y cosméticas de la  rosa, el de jardinería debate sobre sus características como planta y el de arte se centra en la perfección, belleza y plasticidad de su forma como elemento artístico.

Imaginad que en un momento dado los tres grupos se enzarzan en una discusión, defendiendo cada uno las características que conoce del objeto de análisis, en este caso la rosa, como las únicas que describen con certeza la realidad de dicho elemento. Rechazando por completo la posibilidad de que el mismo elemento pueda tener además otras características, sin que ello vaya en detrimento de cada uno de los estudios.

Entonces caí en la cuenta, los humanos funcionamos así, a veces nos empecinamos en la defensa de algo y no logramos percibir la absurdez de algunos conflictos.

Un ejemplo bastante ilustrativo lo  podemos encontrar, en la forma en que algunas personas viven nuestra Semana Santa.

Sé que este blog se lee también fuera de España, así que añadiré algunas explicaciones, innecesarias para quienes conocéis bien esta manifestación cultural y religiosa.

La iglesia en España es mayoritariamente católica, y en Semana Santa son muchos los lugares que sacan en procesión imágenes que representan distintos momentos de la vida de Jesús y de María.

Bien, pues hay pueblos donde los partidarios de una cofradía están enfrentados con los de otra. Este conflicto alcanza a lo absurdo cuando los partidarios de una cofradía, llegan incluso a cerrar la puerta de la casa al paso de la cofradía rival. Por fortuna esta no es una actitud generalizada, pero sí que existen algunos ejemplos notables. Obviamente si te paras a pensar en ello, la situación resulta de lo más surrealista, pues ambas cofradías homenajean a los mismos personajes, solo que en distintos momentos.

Las llamadas advocaciones no son más que adjetivos que definen el momento y que dan nombre a la imagen. De esta forma, si una cofradía representa el proceso judicial, la cofradía puede llamarse Jesús cautivo y estar acompañado por una imagen de María con la advocación de Ntra. Sra. de las Angustias, mientras que si la otra cofradía representa el momento del cumplimiento de la sentencia a muerte, la imagen puede llamarse Jesús crucificado y la imagen de María que lo acompaña puede denominarse Ntra. Sra. del Mayor Dolor.

Es algo así como si varios pintores representaran en sus lienzos un mismo paisaje en distintas horas, y uno titula al suyo, “amanecer entre nenúfares”, otro “reflejo del sol en el estanque” y el otro “atardecer en el jardín”.

Sin embargo quienes están inmersos en este conflicto defienden su imagen  y rechazan la otra como si se tratase de personajes distintos.

Bueno, pues creo algo parecido ocurre entre la postura científica y la religiosa.

Entonces empecé a tirar del hilo del proceso que ha podido llevar a cada uno a definir su postura con respecto al otro.

De ese modo comprendí que el ser humano para construir una imagen de algo necesita usar un modelo conocido. Simplemente no puede imaginar una realidad para la que no tenga ningún modelo.

Así que si comenzamos por el Génesis, este nos cuenta que “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza”. Lo primero que tendríamos que hacer es equiparar las formas. Como tenemos que contar con lo conocido para construir nuestra imagen de algo e intentamos crearnos una imagen de Dios, hemos optado por hacer a Dios a nuestra imagen y semejanza, que por otra parte es más fácil de asumir, donde va a parar, que imaginar una realidad distinta a lo que conocemos, para equiparar nuestra naturaleza a la de Dios, como energía consciente, que es lo que deberíamos haber hecho.

Y por supuesto el problema está en que hemos construido una imagen humanizada de Dios.

Otro tema es como hemos resuelto el asunto de imaginar nuestra naturaleza prescindiendo del envoltorio en el que experimentamos esta vida, y hay que reconocer que no somos demasiado imaginativos. Hemos oído que somos energía y no se nos ha ocurrido otra cosa que diseñar una especie de holograma semitransparente de la imagen a la que estamos acostumbrados.

Y esto no deja de ser un lío, porque si hemos reencarnado en distintos cuerpos, será un poco complicado llegar a elegir esa forma.

Y ahí es donde viene el problema, porque ningún científico ha visto jamás a ningún anciano con barba blanca manejando el cosmos y por supuesto no se ha encontrado con ejércitos de figuras semitransparentes pululando por ahí.

Sin embargo, como en los ejemplos anteriores, creo que la única diferencia que separa la realidad científica de la realidad espiritual, cosiste en la respuesta a una simple pregunta. Y creo que ningún científico está en disposición de refutarla o desmentirla.

¿Son conscientes las partículas subatómicas?

Simplemente podría ser que estuviésemos analizando la misma realidad desde distintos puntos de vista.


domingo, 21 de abril de 2013

Imaginad que el universo nos permite elegir nuestra realidad


Imaginad una cantidad increíblemente grande de universos paralelos.
Imaginad que cada uno de ellos es un canal de televisión.
Imaginad que la pantalla de la televisión es el espacio tiempo.
Imaginad que sobre ese espacio tiempo, que es la pantalla del televisor, millones de puntitos luminosos se conforman dando forma a una realidad concreta.
Imaginad que tenemos millones de canales, y en cada uno de ellos esos millones de puntitos luminosos se distribuyen para dar forma a una realidad distinta.
Imaginad que en cada uno de esos canales se está proyectando cada una de las opciones posibles a cada situación que vivimos en nuestra vida.
Imaginad ahora que nosotros somos el mando del televisor.
Imaginad que para experimentar uno de esos canales lo que tenemos que hacer es que los miles de puntitos luminosos que nos conforman a nosotros vibren en la misma frecuencia que los puntitos del canal que deseamos ver.
Imaginad que nosotros también disponemos de un sintonizador que ajusta nuestra vibración a una velocidad determinada.
Imaginad que ese sintonizador  son nuestros sentimientos o nuestra mente emocional, como prefieran llamarla.
Imaginad un simple botón sintonizador con un “+” y un “­-”.
Imaginad que no son nuestros dedos quienes lo pulsan sino nuestra mente a través de nuestros sentimientos.
Imaginad que sentimientos como el miedo, el odio, el rencor, la envidia pesan mucho y pulsan el botón hacia abajo, donde se encuentra el símbolo “-”.
Imaginad que sentimientos como el amor, la confianza, la alegría, el altruismo, la felicidad, son sentimientos más ligeros que se elevan pulsando hacia arriba donde se encuentra el símbolo “+”.
Imaginad que los canales están ordenados según su densidad, así los más pesados irían en orden hacia abajo, y los mas etéreos o ligeros irían en orden hacia arriba.
Imaginad por último que con nuestros sentimientos y emociones estamos eligiendo el canal que vamos a ver.
Estaríamos saltando literalmente de universo en universo, configurando de este modo la realidad que vamos a vivir.
Esto que acabo de contar serían ni más ni menos que las consecuencias de la teoría de los universos paralelos.
En realidad ante cualquier situación, se estarían produciendo todas las opciones posibles a esa situación, pero nosotros estaríamos eligiendo vivir una de ellas. El problema es que lo hacemos de forma totalmente inconsciente, así que no elegimos lo que queremos.
Intentaré ilustrar esto que digo con un ejemplo.
Nos presentamos a unas oposiciones y suspendemos.
¿Que estaría ocurriendo?
En realidad habría un universo en el que hemos ganado las oposiciones.
Otro en el que posiblemente ganamos pero no tenemos plaza.
Otra en la que perdemos y nos quedamos sin trabajo.
Pero seguramente otra en la que suspendemos pero luego se cae alguien de la lista y tiran de los presentados por orden y nos eligen....
Lo que ocurriría aquí es que nosotros con nuestra sensación de inseguridad y miedo habríamos sintonizado el canal que estuviese alineado con nuestro nivel de vibración, que en este caso sería denso.
Si os paráis a pensar, esto estaría, en cierta forma, dando la razón a la famosa teoría del Secreto. Solo que no estaríamos materializando la realidad que deseamos con nuestra confianza, estaríamos eligiendo experimentar esa realidad entre todas las opciones que estarían sucediendo al mismo tiempo en distintos universos.
El problema está, en como el ser humano gestiona sus sentimientos.
Porque si comenzamos a trabajar nuestra confianza para aprobar esas oposiciones, llegará un momento en que nos lo habremos creído y a partir de ahí comenzaremos a construir en nuestra mente un futuro contando con esa posibilidad, que aun no es un hecho. Y ahí justamente radica el problema, pues el ser humano cuando cree tener algo comienza a temer perderlo.
Así que al poco tiempo esta persona estaría trabajando con el miedo a perder unas oposiciones que aún no le pertenecen y esto volvería a sintonizar nuestro particular televisor en los canales más densos.
Así que para sintonizar los canales más elevados, deberíamos trabajar con la ilusión y con la confianza, pero desligando nuestras emociones del resultado.
Obviamente esto es difícil de conseguir.
 
Mateo 6: 22-23.—La lámpara del cuerpo es tú ojo, así que si tu ojo está sano todo tu cuerpo estará luminoso. Pero si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo será tenebroso. Pues si la luz que hay en tí son tinieblas ¿que tales serán las tinieblas?.
 
El vídeo que os adjunto hoy es un poco más largo, pero muy ameno y desde luego creo que merece la pena dedicarle los 48 minutos que dura.
 

domingo, 14 de abril de 2013

Agujeros negros y expericiencias cercanas a la muerte


La semana pasada analizaba los agujeros de gusano.

No menos interesante sería analizar la naturaleza y composición de otras de las grandes incógnitas del universo. Se trata de los objetos más misteriosos del cosmos ya que no pueden verse, todo lo que se conoce de ellos se ha descubierto a raíz de la influencia que ejercen sobre otros objetos.

Se trata de los agujeros negros, y es curioso, porque por lo que se sabe su nombre no describe para nada su auténtica naturaleza. Esa característica de falta de luz que los define, en realidad es una característica válida para el observador externo, ya que no permite escapar de su influen­cia ni siquiera a la luz. Es lógico por tanto pensar que esa luz que no deja escapar se acumula en su interior. De hecho existen otros objetos, los llamados agujeros blancos, que en realidad no son otra cosa que el reverso de un agujero negro. Es como si pudiésemos ver un espejo de canto y observásemos la figura real de un lado y el reflejo del otro lado al mismo tiempo.

Luego, por lógica, y con el aval de la comunidad científica, un agujero negro en su interior es cegadoramente luminoso.

¿No os suena a nada?, porque a mí, cuando leí sobre los agujeros negros y sus características, enseguida me vino la mente el túnel de luz que describen las personas que han experimentado una experiencia cercana a la muerte.

Bien, pues parece ser que en el exterior del agujero negro tendríamos un límite u horizonte a partir del cual cual­quier cosa que entre (luz, materia etc.) no puede salir. Es el punto de no retorno y se llama horizonte de sucesos. Segunda coincidencia con las “experiencias cercanas a la muerte”, pues parece que quienes dicen haber vivido esta experiencia, cuentan que les impidieron pasar de determinado punto con la explicación de que no había llegado su momento.

En el horizonte de sucesos ,al parecer, ocurre algo extraño y absurdo, a partir de aquí la teoría de la relatividad deja de funcionar, y es que la velocidad se acelera hasta alcanzar valores cercanos a la velocidad de la luz y el tiempo se ralentiza hasta casi detenerse.

Es curioso que quienes han vivido este tipo de experiencias llamadas ECMs, describan un momento en  el límite, a partir del cual no les dejaron continuar, en el que el tiempo se detiene y ven pasar ante ellos las imágenes de toda su vida.

Por último, y no menos sorprendente, según descripciones científicas, más allá del horizonte de sucesos el agujero negro es un gran embudo terminado en un vértice o anillo llamado "sin­gularidad" y ¿en qué consiste eso que ellos llaman singularidad?, pues parece que allí nos encontraríamos con el futuro de este universo.

Si un agujero de gusano es un túnel de dos direcciones que une dos puntos del espacio-tiempo, el agujero negro sería un roto en el espacio tiempo de una sola dirección.

Es decir, que si entramos en un agujero negro seríamos conducidos a través de un túnel de luz hasta el futuro de nuestro propio espacio.

Después de llegar a estas conclusiones, me preguntaba si el comportamiento de la energía en los agujeros negros estaría describiendo el comportamiento del soporte de nuestra consciencia tras la muerte. Y si realmente fuese así ¿qué consecuencia podríamos extraer de ello?.

Se ocurre que si esto fuese así, para quien muriese aquí no existiría espera alguna, ya que llegaría automáticamente a ese momento del espa­cio-tiempo donde todos habríamos muerto y habríamos llegado a ese mismo punto.

Esto resolvería la aparente contradicción que se produce cuando Jesús habla de un día concreto para la resurrección de todos a la vez y sin embargo luego le dice al ladrón crucificado junto a él: “Hoy, sin duda, estarás conmigo en el reino de mi padre”.

Quizás debería explicar con un ejemplo a que me refiero: Imaginemos que ese día de la resurrección es el trece de enero de tres mil doscientos, imaginemos también que yo muero aquí el veinticuatro de diciembre de dos mil trece y mi conciencia viaja a través de un agujero negro hasta ese trece de enero de tres mil doscientos. Cuando llegue ¿no encontrare allí a todas las personas que he podido conocer?. Es obvio que para esa fecha, toda la gente que conozco ya habrá muerto.

Esto nos llevaría a una obviedad que por serlo no deja de ser sorprendente. En un universo donde espacio y tiempo van unidos, las contradicciones temporales sólo lo son para criaturas atadas a un continuo espacio tiempo como nosotros.

Sin embargo queda otra interrogante que aclarar en este misterio, pues parece que esas experiencias cercanas a la muerte sólo se producen en un veinte por ciento de la gente que ha estado clínicamente muerta. Si lo anteriormente expuesto responde a una realidad, deberíamos preguntarnos si no debería producirse en todos los casos.

Pero si consultamos el libro de los muertos tibetanos, una especie de tratado que describe paso a paso todo el proceso interno y externo de la muerte, podremos comprobar que, según este libro, el alma se libera del cuerpo en un proceso que puede producirse durante los siguientes tres días a la muerte física de la persona. Según esto, hay un porcentaje que experimentaría este proceso nada más morir, el resto lo haría en cualquier momento a lo largo de esos tres días.

Así que imagino que la respuesta a este misterio puede estar en que quienes no experimentan las vivencias del túnel, simplemente han regresado antes de que se hubiese iniciado el proceso.


 

 
 
 

 

domingo, 7 de abril de 2013

Agujeros de gusano y la pervivencia de la consciencia tras la muerte


Hace algún tiempo estuve leyendo el futuro del espacio-tiempo, publicado por la editorial Crítica. Este libro escrito por los científicos: Stephen W. Hawking, Igor Novikov, Timothy Ferris y Alan Lightman, reco­pila las ponencias presentadas, como es costumbre al parecer, en el sexagésimo cum­pleaños de Kip S. Thorne especialmente querido.

El libro, que creo que no tiene desperdicio, plantea una serie de teorías y afirmaciones dignas de estudiar con detenimiento.

La primera afirmación, por la que no es posible pasar de puntillas, trata del motivo por el que llaman curva cerrada del tipo tiempo, a lo que realmente deberían llamar viajes en el tiempo. La razón la dan ellos mismos con la siguiente claridad, es una denominación para saltarse los controles oficiales, ya que todo lo que suene a viaje en el tiempo es inme­diatamente censurado y desprovisto de presupuesto (sin comentarios).

Una de las propuestas que se plantean son las aparentes paradojas que pueden produ­cirse y su solución. Para plantear esta hipótesis, como es lógico, lo primero es ponernos en situación de que escenario es el que contempla la ciencia en estos momentos para que se puedan dar las mencionadas paradojas.

El escenario, del que parece que no existen dudas científicas al respecto, o al menos del que están de acuerdo los cuatro científicos que colaboran en este libro, es el del pasado visitable. En este escenario donde cada momento es una medida que se denomina suceso, que equivaldría a una especie de mojón kilométrico de carretera en el espacio tridimensional.

En lo que si parece que existen divergencias que los lleva incluso a cruzar apuestas entre ellos, es en la factibilidad de un agujero de gusano que no se autodestruya en una millonésima de segundo y que permita el paso de un cuerpo macroscópico sin resultar letal para el mismo. Pero este es otro tema, que si no en nuestra naturaleza, obviamente encuentra solución en una naturaleza meramente energética

El escenario que nos servirá para plantear las supuestas paradojas es el de un suceso perteneciente al pasado. Si pudiésemos viajar al pasado no descumpliríamos años, sería nuestro yo más viejo el que volvería a una escena de nuestro pasado, pudiendo encontrarse con una versión más joven de nosotros mismos.

Esto nos lleva directamente a una pregunta, que a mi entender no está exenta de interés. Si este es el escenario acep­tado científicamente, ¿no está la ciencia admitiendo intrínsicamente la imposibilidad de que la conciencia se extinga?. Para explicar un poco esta pregunta, si la conciencia nos acom­paña y llega un momento en el que cesa su actividad y se extingue. Entonces ¿no volveríamos a experimentar alguno de los sucesos anteriores, creando de este modo una curva cerrada?.

¿Como podríamos dejar de experimentarnos a nosotros mismos, si siguen existiendo cada una de las versiones de nosotros mismos pertenecientes a cada momento de nuestro pasado?. Porque las versiones anteriores de cada uno de nosotros lo son con su conciencia de existencia incluida, ya que teníamos conciencia de existencia cuando vivíamos ese momento, y en el espacio-tiempo es el momento el que pervive.

Y si esto fuese así,  ¿podríamos realmente saber en que parte de esa curva cerrada vivimos en realidad actualmente?. Porque podríamos habernos extinguido unas cuantas de veces y haber iniciado la curva de nuevo.

Según la comunidad científica, las paradojas nos conducen a posibilidades muy interesantes, ya que llevarían implícitas determinadas leyes que restringirían nuestra libertad de actuación. Mejor un ejemplo:

 

Para imaginamos un agujero de gusano nos tendremos que imaginar el espacio como una hoja de papel que curvaríamos hasta acercar su extremo superior con el inferior, imagi­nemos un tubito que uniese una zona de la parte inferior del papel con una zona de la supe­rior, esto sería un agujero de gusano, un atajo que aprovecharía un pliegue del espacio-tiempo para pasar de un lugar-suceso a otro.

Imaginemos ahora que tiramos una bola de billar por una boca del agujero y sale por el otro lado, en un momento del pasado a tiempo para chocar consigo misma antes de entrar en el agujero y desviar su trayectoria de forma que no llegue a entrar. La paradoja consistiría en que si consigue desviar su trayectoria y no entrar, entonces no podría salir por el otro lado a tiempo de chocar contra si misma y por tanto hubiese entrado. Entre las múl­tiples paradojas que podrían darse, se encontraría la posibilidad de viajar a un momento del pasado y matar a tu ver­sión más joven.

Según la física estas supuestas paradojas realmente no lo son, ponqué no contamos con que hemos de tener en cuenta todo el proceso desde el principio, o sea que si la bola se gol­peó a si misma es que lo hizo, así que en el proceso habrían de darse las circunstancias nece­sarias para que golpeándose no llegase a desviar lo suficiente la trayectoria.

Aunque tal vez, todas estas paradojas tengan solución en otra opción más simple que ya hemos sondeado con anterioridad. ¿Y si con cada una de estas posibles opciones, en lugar de crear contradicciones, estuviésemos creando universos paralelos donde todas ellas puedan coexistir?

No tengo la solución, pero creo que es interesante meditar la posibilidad.

Por otro lado y para concluir, querría comentar que realmente la posibilidad o no de viajes en el tiempo para la materia, es algo absolutamente irrelevante en los planteamientos que expongo. Yo me refiero al pasado y futuro visitables como elemento de reflexión sobre la pervivencia de la consciencia tras la muerte, y en ese caso no existen restricciones materiales.

Sin embargo no puedo dejar pasar la oportunidad para referirme a la posibilidad de esos viajes en el tiempo a partir  de las últimas informaciones. Estoy leyendo un libro, que recomiendo, de Michio Kaku que  se llama “La física de lo imposible”. En él, este físico teórico estadounidense, plantea como solución a la posibilidad de esos viajes, la consecución de un agujero de gusano estable que pueda ser transitado. El problema, según este mismo científico, es que se necesitarían grandes cantidades de energía negativa y esta es muy escasa y tremendamente esquiva en el espacio. Me acordé de esta parte del libro hace apenas unos días cuando apareció la noticia en la prensa internacional, de que investigadores del CERN, han encontrado justo al lado de nuestro planeta grandes cantidades de antimateria de alta energía.

Quien sabe, tal vez no estamos tan lejos de hacer realidad uno de los principales recursos de las películas de ciencia ficción. Es curioso, porque parece que lo único que separa en muchas ocasiones la magia de la realidad es el tiempo, y el tiempo es ilusorio, no existe.

Lo que llevaría a plantearnos ¿que nos separa entonces de todas esas posibilidades?, tal vez la separación también sea ilusoria.